Opinión

Ovéjame Deluxe

Circa 1960: Athletic director and coach John Hordines at the New York Institute for the Education of the Blind, with a loudhailer donated from an eastern university. (Photo by Douglas Grundy/Three Lions/Getty Images)

Vivimos en un mundo de locos por darle demasiada importancia a todo, al éxito. Queremos una buena pareja, que nuestros hijos saquen buenas notas y en realidad, vivimos en un mundo donde las cosas son muy poco importantes… Relax, duérmete la siesta y tranquilo… Si no consigues algo, mala suerte”.

Afirmaciones de un exitoso psicólogo, divulgador, formador y escritor élfico, imagino que entre otras muchas cosas, en un programa de televisión hace pocos días. Info de buena fuente. Recomendado y ensalzado por infinidad de medios de comunicación y webs y top ventas durante muchas semanas con todo lo que escribe, como Belén Esteban.

Te pido disculpas si no consigo eliminar todo rastro de escandalera, propia de corrillo vecinal con la equipación completa, delantal, rulos y red. También, porque me dispongo a salpicar, con sumo cuidado, fuera del tiesto: Demencial. 

Por defecto, siempre trato de encontrar un sentido a todo aquello que se me dice, veo o escucho. Escucho, insisto. He obviado el verbo oír de manera consciente. Y ante este tipo de eslogan (y otros como “lancemos rayos de amor a tope a Hitler para poder ser felices”), entro en shock. ¿¡Que qué!?

Querer una buena pareja y que nuestros hijos saquen buenas notas… ¡Relativicemos! ¿Dónde demonios está el problema? Cierto que para eso del dormir, ayuda aceptar que vivimos en un mundo donde todas las cosas son poco importantes. Basta con apoyarse en que no nos da para entender el paradigma sistémico que gobierna el cosmos. Dulces sueños. Aunque también es cierto que, hay mil millones de cosas que son, sencillamente, importantísimas.

En mi opinión, es inútil, estúpido, tratar de enseñar a ser feliz a un humano. Y fomentar todo lo que no sea una bien entendida exigencia. Independientemente de la metodología con la que trafiquemos. ¿Aceptación incondicional? Para las ovejas. Las beberemos, las vestiremos y masticaremos a sus crías igualmente. A ti y a mí, que no se nos vaya de las manos. Básicamente porque hay mil millones de cosas que son, sencillamente, inaceptables.

Es negligente gritar de balcón en balcón, que lo único realmente importante, es tener relax y dormir la siesta tranquilamente. Lo puede escuchar cualquiera, pero a quién mejor le calará el mensaje, será a quien ande tras la pista de un clavo incandescente. Ese individuo o individua (impagable expresión esta), lleva puesto eserollo vital puntual, que le hace firme candidato a la dormidera. Supongo. De esto sabrá mucho más quien es psicólogo que, quien como yo, no lo es.

Por suerte, dejamos tiempo atrás los taparrabos y las cavernas, entonces las mujeres eran arrastradas por los pelos y los conflictos se solventaban por medio de la eficiente técnica del garrote. Por suerte, ahora ya no sucede nada parecido. Por suerte, ahora, todo funciona bien. De lo contrario, no habría quien durmiera la siesta tranquilamente. Qué mala suerte sería.

Es más fácil que todo eso. Lo que ocurre es que es muy complicado.

Más información, aquí

moveyourself-coaching.com

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