[dropcap]E[/dropcap]xiste una medida que comprende el espacio productivo que existe bajo nuestros pies. Hectárea Global le dicen. Valora la bio-capacidad de la tierra. Tiene mucho sentido para entender el trozo de tarta que nos corresponde a cada uno, independientemente de donde nos encontremos ya que, por mucha exaltación de lo propio que nos pueda empujar a cerrar la verja del corral, la globalización es un hecho.
No todo lo que consumes o disfrutas tiene origen en tu calle, en tu barrio, en tu pueblo o ciudad, comunidad autónoma o país libre. Es sabido ¿verdad? Fíjate, en 2005 (que el dato sea viejuno no le resta valor), disponíamos de 13.400 millones de hectáreas productivas para 7.400 millones de personas. Nos correspondían aproximadamente, dos campos de fútbol por barbilla, no sería justo que sólo tuvieran fincas aquellos que cubren sus caras con bello o no bello vello.
El balance varía constantemente, por la permanente oscilación de la población o del terreno productivo del planeta, piensa en una catástrofe de prestigio, por ejemplo. ¿Qué tal te va la cuenta que acabamos de hacer? Para un chalet con jardín, huerta y piscina da buena talla ¿verdad? Quizá un tokiota no haya visto, ni verá, ese vacío en toda una vida. A un tuareg en cambio, le parecerá poca cosa ya que su hogar es tan grande que no necesita puertas y no le resultará difícil no ver más que a su camello en 20 kilómetros a la redonda un día despejado.
Con la hectárea global ocurre como con las estadísticas. Creadas, supongo, para ordenar en cajas cualquier información que se nos ocurra. Eso sí, a posteriori, porque a priori, no te garantizan no pertenecer al 1%. Por supuesto, tampoco te lo impide. Aléjate de las estadísticas como base predictiva.
¿Cómo de grande es el sitio en el que vives? Quiero decir, ¿en cuántas hectáreas podrías pacer con comodidad? Incluye todo lugar en el que te manejas o puedas manejarte bien, errores aparte. Incluye todo espacio en el que hayas puesto o puedas poner tus pies sin que te sorprenda la necesidad de interpretarlo como “raro” para justificar la incapacidad de, simplemente, estar. Y claro, no pienses en espacios físicos, a los árboles, piedras, ríos, mares, montañas, casas y calles que los habitan, les das exactamente igual. Para ellos, eres tan particular como los demás. Ellos, simplemente están.
Porque a veces, se nos lleva por delante la necesidad de ser la Guest Star de la obra. Porque a veces, solo a veces, consideramos como productivo ser protagonistas subidos en el escenario, cuando a veces, nada aporta más que tener el culo en el patio de butacas. Eso también es ser parte del espectáculo. Del más grande del mundo.
Quizá podría afirmarse que ese espacio sería tu hectárea global, tu bio-capacidad. Y no será tuya en exclusiva, bien, ya que compartir siempre nutre más. Donde quiera que te desplaces, te siguen correspondiendo más de dos campos de fútbol. En multipropiedad lógicamente.
Más información, aquí