[dropcap]E[/dropcap]n el Patio de Escuelas Mayores han colocado un reloj que indica a los viandantes los días, horas, minutos y segundos que faltan para que comiencen los fastos de celebración de los ochocientos años de la fundación de la Universidad más antigua de la Península Ibérica.
En Salamanca estamos acostumbrados a celebrar cada poco tiempo efemérides cuya realización en otros lugares haría saltar de gozo a sus habitantes. Los salmantinos, sin embargo, somos poco dados a valorar lo que tenemos.
Es verdad que a lo largo de estos ochocientos años de historia compartida hemos asistido a muchos desencuentros entre la ciudad y su Universidad, enfrentamientos que a veces fueron violentos, con muertes incluidas, pero debemos reconocer con humildad que Salamanca es lo que es debido a su Universidad. Sin ella nuestra fama universal sería muy limitada.
Podemos atribuir a la crisis económica, y por lo tanto a la escasez de recursos, los pocos proyectos que se van a ver concluidos en 2018. Seguramente será así, pero creo que la ciudad, todos los que en ella vivimos, estamos obligados a compensar las omisiones de las instituciones del Estado y autonómicas.
Debemos ponernos junto a las autoridades universitarias para brindarles todo nuestro apoyo y trabajo para suplir, bien sabemos que en parte, el olvido intencionado de los que no han querido implicarse en un proyecto nacional que resalte los valores aportados por Salamanca a la cultura universal. Los más favorecidos o perjudicados de lo que dé de sí este aniversario vamos a ser los salmantinos.
Estamos viviendo problemas a corto y largo plazo de difícil solución. La despoblación de nuestra ciudad y provincia es atroz. El envejecimiento de la población debe solucionarse aportando salidas fiables a los pocos jóvenes que todavía viven en nuestra tierra. Esos remedios a este tenebroso porvenir deben venirnos, preferentemente, de nuestra universidad, sumándolas a las aportadas por los salmantinos de natura y de adopción, unos con más responsabilidad que otros. Hemos de comprometernos con el futuro como lo hicieron los que nos precedieron en el pasado.
En el siglo XIX nuestro Estudio estuvo a punto de desaparecer y fueron las instituciones locales, Ayuntamiento y Diputación, las que tomaron el acuerdo de financiar las facultades de Medicina y Ciencias que el Gobierno de turno dejó en suspenso. A principios del siglo XX las cosas comenzaron a cambiar con un nuevo rector, Miguel de Unamuno, que supo conducir la Universidad de Salamanca hacia una meta utópica, con un porvenir halagüeño, entusiasmando en el proyecto a los alumnos y profesores. Siendo vasco, supo encarnarse en la ciudad como nunca nadie del Estudio supo hacerlo.
Después llegaron la Guerra, la dictadura, la democracia, nuevas universidades y la pérdida de la provincia de Cáceres, la más habitada del distrito universitario de Salamanca. Nos quedamos con tres de las provincias más despobladas de España: Zamora, Ávila y Salamanca, extenso territorio que no supo aportar la juventud que necesitaba la Universidad para sobrevivir ante tanta competencia. Si no hubiera sido por la fama acumulada por Salamanca en España y en el mundo, nuestra alma mater se habría resentido más acusadamente.
Pero los problemas siguieron, las diplomaturas y licenciaturas de cuatro años, la universidad digital, la competencia, la falta de recursos, la escasez de profesorado y tener que defender un patrimonio que supone una gran ventaja estética para los que disfrutamos de él, pero también un sobrecoste que no tienen las universidades de nuevo cuño. El mantenimiento de nuestros vetustos edificios perjudica económicamente al Estudio salmantino.
Todo se concitó para que perdiéramos alumnos, pero se supo salir del atolladero. En la Universidad de Salamanca nacieron nuevas titulaciones, centros de investigación punteros y unos equipos rectorales que con los profesores y alumnos intentaron, y en gran parte lograron, superar la crisis económica iniciada en 2008 que venía para quedarse.
Esta Universidad es la que reclama solidaridad, hoy y ahora, de los habitantes de la ciudad que la sustenta. Necesitamos demostrar al mundo la complicidad que dan ochocientos años de convivencia. A ese fin debemos encaminar las energías del común de los salmantinos en los meses y días que quedan para celebrar la historia de un éxito que comenzó en 1218.
1 comentario en ««Con humildad, Salamanca es lo que es debido a su Universidad»»
Con un estudio serio y riguroso se ha demostrado que la Universidad de Salamanca y el Hospital Clínico «Universitario» aportan a Salamanca y Provincia más del 50% de su economía global.
No defender en estos momentos a las Universidades de Salamanca es como ir de cabeza a un precipicio.
¿Cuánto dinero y medios pone Salamanca y la sociedad de Salamanca para retener, mantener y potenciar su «Estudio»?…con eso se demostrará que hace muchos, muchos años que los grandes problemas de Salamanca como son su despoblación, envejecimiento y empobrecimiento general tienen mucho que ver con este triste capítulo.
¿Hacemos algo o seguimos de brazos cruzados mirando como pasa al matadero?
El Grupo Cívico de apoyo al VIII Centenario propone crear un Sistema Financiero Local para financiar única y exclusivamente a los jóvenes que apuesten por la Investigación y la Innovación…desde Salamanca…hasta el fin del mundo. Es como poner dinero con el capital garantizado ya que todo lo que pondríamos -¡cinco euros por persona! retornaría de inmediato a la economía de la Ciudad…la de todos…