[dropcap]T[/dropcap]ranquila y profunda, así podría calificarse la conversación con el director de cine Juan Figueroa, que esta noche de domingo, día 26, puede llevarse el galardón como mejor película experimental en el Festival de Cine de Copenhague por su obra ‘Sobrenatural’. También hablamos de ella, del toro y de los prejuicios que tenemos
Le gusta coger un personaje real y hacerlo suyo…
Desde hace unos años estoy trabajando con personajes reales. Es una trilogía, que pertenece a una unidad de concepto, donde los tres personajes tienen puntos en común: Son reales y mayores, viejos.
¿Tenemos miedo a la palabra viejo?
No deberíamos. Es un viejo de la edad biológica, no anímica. Eso es lo que reivindican las películas. Cuando hablo de personajes reales, no quiero decir que sea un documental, ni sobre ellos. Son películas a partir de esos personajes. Hay un proceso de transformación de la persona en personaje, que para mí es fundamental antes de encarar la película. Así la encaminamos al descubrimiento del personaje que estamos creando. A partir de aquí, es cuando comenzamos a trabajar.
Hay una labor de producción, al menos en la primera parte, más importante que la de dirección…
Se puede pensar así. Pero, doy otro dato, en realidad cuando nosotros trabajamos con actores, llamados profesionales, seguimos el mismo camino, lo que ocurre es que muchos directores se conforman con lo que el actor ya es. No buscan en esa persona el personaje que ese actor puede ser.
Juan, ¿es un director de actores?
Eso es una generalización…
Puede ser, pero a los actores le encantará que les dé indicaciones para crear el personaje.
Tienes que pensar cuál es la base de todo esto. Para mí el cine no es un medio para representar la realidad. Me espantan las películas realistas y sobre todo las que dicen que están basadas en hechos reales. Es la desgracia del cine.
¿A qué se refiere?
El cine como medio, como lenguaje, tiene la posibilidad de trabajar con el tiempo y por tanto, hacer presente otras realidades. No estoy diciendo que sean fantásticas…
¡Qué pueden serlo!
Sí. Pero, no necesariamente vamos a un cine fantástico. Lo que quiero decir es que la lente, la cámara nos permite ingresar en la realidad y verla y profundizar en ella de otra forma. Piensa que el cine no es un compendio de otras artes, el cine tiene un elemento propio, porque puedes capturar fragmentos de tiempo vivo. No se trata de que tú en esa capacidad que tienes clones la realidad, además no lo vas a hacer nunca, aunque vivas en esa ilusión, se trata de que con esa máquina mágica puedes hacer presente otras realidades que sin la cámara no se verían nunca. Por eso, trabajo con el carácter espiritual que hay en las personas y en las cosas.
No se hará rico nunca…
(Risas) Por supuesto. Eso ya lo tengo superado.
¿El hacerse rico está sobrevalorado?
Eso es lo más fácil del mundo. Si quisiéramos hacernos ricos, seríamos millonarios. (Risas)
O tendríamos dinero…
Eso es. Pero, hacerse rico es una cosa fácil. Es dedicar toda tu energía y las 24 horas del día a ganar dinero.
La felicidad ya es otra cosa…
No tiene nada que ver, pero más que la felicidad, me quedo con la alegría.
Quizá porque es más factible…
Sí, porque la felicidad siempre viene de fuera. Es un don, es un momento,… Pero, la alegría es una cosa que depende de ti exclusivamente. Decía Gómez de la Serna que la felicidad era una cuestión de azar, pero mantener el corazón alegre, es una cuestión tuya. Voto por la alegría, la felicidad no me interesa, ni me aporta nada.
¿Qué opina de la frase: ‘la realidad siempre supera la ficción’?
La realidad se compone de muchas capas que están sucediendo a la vez, simultáneamente. El ser humano tiene una capacidad, que se llama sensibilidad, que se educa, además de que es un don. A través de esa sensibilidad y de la imaginación eres capaz de acceder a determinados estratos de esa realidad que se va produciendo. Por lo tanto, cuando tú te obstinas en querer capturar simplemente la realidad de una manera tangible, visible, cotidiana,… te estás perdiendo muchas capas de esa realidad. Creo que la cámara de cine nació exactamente para poder acceder a esas realidades.
Por favor, explíquese.
Cuando en el siglo XV, las personas miraban al universo, veía lo que se veía, hasta que llegó Galileo e inventó un tipo de telescopio que permitía ver más allá. Cambió la forma de mirar y de pensar. Sólo era un cristal. En el siglo XIX, comenzaron los experimentos con el microscopio y los científicos comenzaron a ver cosas que estaban ahí, eran reales, pero nadie podía ver. Cuando se inventa el microscopio, resulta que otro cristal, otra lente, te permite acceder a otra capa de realidad que estaba ahí y no veías. Cambia otra vez, la forma de estar, pensar y ser, además nos permitió relacionarnos con nuestras propias dolencias. A finales del siglo XIX se descubre la cámara de cine, que es otro cristal, cambió la posibilidad de ver la realidad, porque veíamos cosas que hasta ese momento no se veían, una de ellas era el movimiento, la experiencia del tiempo,… Hay un cine que busca ese origen, ese compromiso,… Y hay otro cine que se satisface con el entretenimiento, con el pasatiempo. El cine como medio es muy eficaz para ahondar en las cosas que están pasando en tu propia realidad.
Precisamente por un cristal acaban de descubrir una estrella con siete tierras…
Desde los tiempos de Homero, por decir algo, esos planetas estaban ahí. Pero no sabíamos de su realidad. Ahora somos conscientes de que son reales, porque ha habido una lente que nos la ha hecho visible.
Ya apuntaba maneras en la Iliada…
(Risas)
¿Existe la objetividad?
La objetividad no existe. Es una quimera. Es una regla en la que puedes medir las realidades, pero no las crea, ni te deja acceder a ellas. Hay personas que creen, sobre todo en el género documental, que las cámaras de cine son como las aspiradoras de la realidad. Eso es una falacia. No existe una realidad objetiva o al menos, no nos es dada al hombre el percibirla. El hombre tiene alma y el alma entra en contacto con las cosas de una manera complemente subjetiva. A la hora de filmar tienes que eliminar, lo más posible, tu propia visión de las cosas. Es muy duro. Siempre digo que hago cine sobre lo que no sé y por eso lo hago, porque quiero experimentarlo. Trabajo como elemento fundamental en mi obra, la imagen, que es lo que realmente es nuestro lenguaje. La imagen posee entidad en sí misma. Intento, en lugar de volcar mi experiencia en la imagen que voy a hacer, que la imagen me transmita su propia experiencia.
¿Cuántos prejuicios tiene que quitarse cuando se coloca detrás del objetivo?
Todos los que te quites son pocos. El prejuicio es un cristal casi opaco, si lo coloco en la cámara estoy limitando mi posibilidad de ver. Imagina si coloco más, termino filmando opacamente. Por lo tanto, es una película ciega, que no conduce a nada. Lo que tengo que hacer es darle a mi cámara la mayor transparencia, para ver lo que de otra manera no vería.
¿Se ha encontrado con muchos prejuicios en España por haber rodado una película cuyo protagonista es un torero?
Sí, muchos. Sobrenatural es una película donde el protagonista es el toro y el personaje es un torero, Andrés Vázquez, que hace de sí mismo. Esta película ha estado llena de prejuicios de los propios festivales españoles que no quieren una película con esa temática. Incluso algunos no se han atrevido a abrir la lata, con la sinopsis les ha bastado.
¿De verdad?
Sí. La película sucede en el toro. Es un viaje hacía la muerte, hacía el interior, que me pareció que el elemento esencia lo podría interpretar un torero, como podía haber sido un albañil.
También por la liturgia…
Sí, además mis películas son muy litúrgicas. Esta película está inspirada en San Juan de la Cruz y al mismo tiempo en el mundo Samurái, que se basa mucho en la liturgia. Frente a una relación que tenemos hoy en la vida muy virtual, esperaba hacer una película cuya relación con las cosas fuera muy ritual. Por eso, busqué en el mundo samurái la trama interior de la película. Nuestro personaje se ha sometido a la liturgia donde lo samurái y lo taurino se encuentran.
Los dos se enfrentan a la muerte…
Efectivamente. El samurái se prepara toda su vida para morir por su señor. Lo mismo que nuestro torero, que descubre que su señor es el toro. Eso es lo que ocurre en Sobrenatural.
¿Por qué nos da tanto miedo hablar de la muerte?
Hemos convertido la muerte en un prejuicio. En el momento, en el que colocamos el cristal negro sobre la lente, dejamos de ver la muerte y se convierte en una sombra, que es peor, porque se convierte en una amenaza permanente. Con la película quería abordar el camino contrario, por eso la ética samurái. El personaje se enfrenta en una relación directa con la muerte. Le habla cara a cara. La acepta como es.
Juan, ¿cuánto nos perdemos por no enfrentarnos a los miedos?
La parte esencial de tu vida, porque lo esencial de la vida es administrar mentalmente el concepto finitud de las cosas. Eso es lo más difícil.
¿Qué diferencia a una persona miedosa de una temeraria?
El temerario no mira a la muerte, la ignora. No cuenta con ella, pero ella sí con él. La relación que tiene alguien en su contacto vital con la muerte le sirve para vivir con más plenitud. Ese es el punto.
Antes de hacer Sobrenatural, tuvo una relación con Andrés Vázquez, el protagonista. ¿Qué ha aprendido de Vázquez como persona, que vivió el star system de los toreros de los sesenta?
Andrés Vázquez era amigo íntimo de Orson Welles. Viajaron mucho juntos, pero siempre dice que no sabían de la importancia de ese hombre. El comportamiento que tenía Welles con su grandeza era de una total humildad frente a las personas con las que él convivía.
¿Ha sido sobrenatural la relación que ha mantenido con su actor -Andrés Vázquez-?
Casi. Ha habido un juego mágico entre generosidad y gratitud. Por una parte, Andrés se entregó en cuerpo y alma.
¿Cómo lo convenció?
Con una imagen que me perseguía desde hace más de 20 años. Esa imagen en la que un torero tenía una relación espiritual con el toro que acababa de matar. Por lo que iba más allá del espectáculo taurino. Esa imagen me llevó a escribir el guión de la película. Me dirigí a Villalpando para conocer a Andrés. Me invitó a un cocido y le conté mientras tomábamos la sopa la imagen que me perseguía, que es la que inicia la película. Es una imagen comprometedora. Él no dijo nada y siguió tomando la sopa. Al terminar me dijo: ‘Ya entiendo. El personaje de tu película actúa con culpa’. Me quedé conmocionado, porque él había ido un poco más allá. Había incorporado la parte trascendental.
¿Qué tiene el toro?
Es algo muy potente lo que da la figura del toro, porque entra en el alma de las personas. Además, la imagen del toro está en nuestro subconsciente, independientemente de la cultura de la que procedamos. Los griegos establecieron con mucha visión profética que el toro estaba dentro del laberinto, al cual tú tenías que acceder corriendo todos los riesgos y que al toro no bastaba con matarlo, había que conquistarlo. A partir de esa conquista del interior, te edificas. El toro es una imagen que te permite la transformación espiritual.
Los rodajes son duros y su actor principal tiene más de ochenta años…
Y rodamos en invierno y casi todo en exteriores.
¡Le habrá pagado bien!
(Carcajada) Ha trabajado con devoción.
2 comentarios en ««Si quisiéramos hacernos ricos, seríamos millonarios»»
Como siempre muy buena entrevistadora y magnífico entrevistado. ¡Ardo en deseos de ver esa película! ¡ENHORABUENA POR TODO!