El músico madrileño, Leiva, regresó a Salamanca para presentar el tercer disco de su carrera, “Monstruos”.
Y se encontró entre amigos, un grupo muy numeroso, que acompañaron al cantante coreando cada una de sus canciones, como si fueran suyas.
Debe dar un subidón extraordinario llegar a una ciudad, bajarte del coche, subirte al escenario y ver que miles de desconocidos se saben de memoria tus canciones.
Pues eso fue lo que ocurrió este sábado en el Multiusos, lleno de millennials para abajo, y algún que otro descarriado de mayor edad.
Su pop-rock brumoso y pegadizo del vaquero madrileño hizo las delicias de sus amigos, a quienes agradeció el esfuerzo de pagar la entrada para ir al concierto.
En realidad pagaron para darse el gusto de hacerle los coros a pleno pulmón, tomarse unas cervecitas, hacerse selfies y vídeos para inmortalizar la noche y pasárselo pipa.
¿Qué más se puede pedir?