[dropcap]L[/dropcap]o recuerdo como si hubiera sucedido la semana pasada, está fresco en mi cabeza. Un terrible centrifugar de inquietudes, sensaciones, sentimientos, culpables pensamientos…
No me lo podía creer. No me podía estar sucediendo a mí. Joder, por qué a mí, por qué ahora. No hice caso de tus avisos. Se veía venir.
Maldije. Maldije mi suerte, mi falta de atención a los pequeños detalles. No hice nada cuando pude. ¿Cómo no me di cuenta? Sabiendo de sobra que nada es para siempre. Sabiendo que todo lo que llega, tarde o temprano se irá. Lo sé. Siempre en el mejor peor momento. También lo sé. Y a pesar de saberlo, no hice nada al respecto. No tuve previsión. Fui negligente. No te cuidé como merecías. Normal que todo terminara. Puedo estar enfadado, pero no, no puedo responsabilizar a nadie más que a mí. Soy culpable Señoría.
Tengo fresco también cómo intenté solucionarlo. De la manera más estúpida que se me ocurrió. Como cuando el niño se auto convence de que aprobar el examen depende de encestar esa bola de papel a la primera. O la segunda si falla. De que el amor depende de hallar la margarita de pétalos impares. Ni siquiera. No encesté la bola y a la primavera, le quedaban días.
Ansiedad, vértigo, ese nudo en el estómago, esa vista del abismo que surge cuando se pierde algo que de ninguna manera podrá recuperarse. No. Adiós a un montón de deliciosas conversaciones, adiós a recuerdos hasta entonces imborrables, adiós a imágenes que, pensé, me acompañarían para siempre, adiós a ti, adiós a él, adiós a ella, hasta siempre a vosotros… Saber que ya nada será igual… Saber que no me seguirás de aquí en adelante, con lo bien que nos entendíamos, con lo satisfecho que estaba, con la de cosas que compartimos, que hicimos juntos, nada será igual. Qué pena. Qué dolor tener que aceptar que ni siquiera pude decirte adiós. Qué duro saber que te llevaste todas esas cosas allí arriba. Al algodón que flota en el cielo. Te echo de menos. Sé dónde descansas físicamente, pero mi tacto ya no te dirá nada. Te echo de menos a pesar de entregarme a este vacío. Te recordaré siempre.
Pero te diré algo. No puedo venirme abajo. Debo seguir adelante. Pienso apoyarme en algo muy sencillo. En algo de lo que el más frío cirujano se vale después de una operación por compleja que haya sido, ahora vida normal, debe tener cierto cuidado con ciertas cosas, pero puede usted hacer vida normal. Quizá no tengamos derecho a aspirar a nada más. Tan sencillo, tan complejo…
Así que lo acepto. Te fuiste. Me dejaste. Te llevaste un montón de cosas que compartíamos tú y yo. Que eran únicamente para ti y para mí. Lo acepto. Haré vida normal. Para eso, debo decirte adiós. En estas letras mi homenaje a ti, a mí, a nosotros…
Hasta siempre iPhone 5. Lo sé. Debí hacer copias de seguridad.
Más información, aquí
