[dropcap]E[/dropcap]l XVIII, o Siglo de las Luces, comienza con la muerte del rey Carlos II, El Hechizado, llamado así por su carácter enfermizo, por su debilidad física y por su imposibilidad de dejar descendencia. Es este punto el que suscita todo lo que vino a continuación, pero conviene remontarse unos años para contextualizar.
Carlos II, que fue coronado con 4 años, se casó con María Luisa de Orleans, sobrina del rey de Francia, Luis XIV con la cual no fue capaz de tener descendencia. Al morir la reina María Luisa en febrero de 1689, Carlos II se casa cinco meses después con Mariana de Neoburgo, con la que tampoco tuvo descendencia, dejando clara su incapacidad de engendrar un heredero.
La reina era la hija del Elector del Palatinado, Duque de Neoburgo y su hermana mayor, Leonor estaba casada con el propio Emperador Leopoldo I de Austria, con lo que se reforzaron los lazos con la rama austriaca de la casa de Habsburgo.
Ante la incertidumbre por no aparecer un heredero legítimo, nace en 1692 en Viena, José Fernando de Baviera, hijo del duque-elector de Baviera Maximiliano II Manuel y de la archiduquesa María Antonia de Austria, que a su vez era hija del emperador Leopoldo I y de la Infanta Margarita Teresa de Austria, por lo que era bisnieto de Felipe IV de España y sobrino nieto de Carlos II y heredero así de toda posesión de la monarquía hispánica. De todas formas, a pesar de haber sido designado heredero, nunca llego a portar la corona española debido a su muerte en 1699 a los 3 años.
El trono de España sin cabeza
Surge así de nuevo el problema sucesorio y en el complejo baile de nombres, hay que tener en cuenta que, debido a los diversos matrimonios de miembros de la monarquía hispánica con miembros de las casas reinantes de Francia y Austria, ambas partes tenían el mismo derecho a ocupar el trono español.
Mientras que el Emperador Leopoldo I pretendía colocar en el trono español a su segundo hijo, el Archiduque Carlos ya que al no poder heredar este los territorios austriacos ya que esto lo haría su hermano mayor, el Archiduque José, no encontraría oposición entre los príncipes protestantes de Alemania.
A la vez, en Francia, el Gran Delfín, Luis, hijo de Luis XIV y María Teresa, que era hija de Felipe IV de España tenía incluso más derecho al trono español que el Archiduque Carlos, pero en este caso Europa tampoco vería con buenos ojos la unión de las dos coronas.
Así pues, el rey de Francia insta a su hijo Luis a renunciar a sus derechos dinásticos sobre España en favor de su segundo hijo Felipe de Anjou. Para complicarlo todo aún más, Pedro II de Portugal, que se había casado con María Sofía de Neoburgo, hermana de Mariana de Neoburgo, esposa de Carlos II, para influir en el resultado de la elección del heredero.
Hay que tener en cuenta también que en estos momentos Francia se encontraba en guerra contra España y Austria, por lo que difícilmente podría ocupar el trono español un francés en medio de un estado de guerra, por lo que se firma el tratado de Ryswick, devolviéndose diversos territorios a España, Inglaterra y las Provincias Unidas.
El primer Borbón
Felipe de Anjou, con el nombre de Felipe V de Borbón, fue nombrado sucesor a pesar de la histórica enemistad con Francia y a pesar también de apartar del trono el rey Carlos II a la que había sido su rama dinástica.
Esta decisión se debía a la pujanza cada vez mayor de Francia en la escena internacional, lo que daba a entender que defendería mejor los intereses de España que un, cada vez más, débil imperio austriaco enfrentado en su interior por la religión y enfocado más a una lucha con los Otomanos que hacia las posesiones ultramarinas de la monarquía hispánica.
Además, recién estrenado el reinado borbónico en España, surge un conflicto con doble perspectiva, la llegada de Felipe V significaba la unión de facto de los reinos de Francia y España con lo que la balanza hegemónica se inclinaría sobradamente, por lo que Inglaterra y las Provincias Unidas apoyaron al pretendiente austriaco.
Así mismo Felipe representaba un modelo centralista, al estilo del Francés y que era apoyado en la Corona de Castilla, mientras que el Archiduque Carlos era más partidario de un modelo foralista del que era partidaria la corona de Aragón, sobretodo Cataluña.
Así pues, estalla la guerra de Sucesión española tanto dentro como fuera de nuestras fronteras, enfrentando a los partidarios de Felipe V y a los del Archiduque Carlos.
Y, ¿de qué forma afectó este conflicto a nuestra ciudad?
A la muerte del Rey Carlos II le sucede Felipe de Anjou, el hijo del Gran Delfín y surge el enfrentamiento entre los partidarios del Archiduque Carlos en la corona de Aragón, partidarios del foralismo y los de Felipe V en Castilla más inclinados al centralismo.
Así mismo se crea una gran alianza entre Inglaterra, las Provincias Unidas, Portugal, Dinamarca, Saboya y la propia Austria en favor del Archiduque y contra Francia y la España Borbónica.
En lo tocante a Salamanca, con la unión de Portugal a esa Gran Alianza pro austriaca y ante la beligerancia de la corona de Castilla en favor de Felipe, se refuerzan varias plazas fronterizas y se reinstauran las milicias.
Así, el Duque de Berwik, Jacobo Fitz James Stuard y el gobernador de la frontera de Castilla, don Francisco Ronquillo Briceño y Osorio, refuerzan Salamanca con 12.000 hombres entre los que destacaban la guardia personal de Duque formada por irlandeses y mercenarios valones y napolitanos.
Estas fuerzas se repartieron el alojamiento entre la zona de la iglesia de San Blas y el antiguo colegio de los Jesuitas que estaba frente al Colegio de Fonseca y que era el hospicio de la ciudad y hoy es el colegio Maestro Ávila.
Las tropas ayudaron a consolidad parte de la frontera y a defender Ciudad Rodrigo hasta que cayó finalmente en 1706 ante el Marques de Minas y Lord Galloway.
Ese mismo año, mientras se celebraba en Salamanca la procesión del Corpus Christi, llegó a la puerta del Rio un emisario portugués del Marqués de Minas para que la ciudad se rindiera ante las tropas del Archiduque que tenía 30.000 hombres acampados cerca de la ciudad. Ante semejante fuerza bélica, el Duque de Berwik se dirige a Madrid con todas sus tropas, pidiendo a la ciudad que no presentara batalla para evitar una masacre y no sufrir pillaje.
Así pues, cuatro días después las tropas inglesas, holandesas y portuguesas toman la ciudad alojándose entre Santa Marta y la Aldehuela en su mayoría y el Marques de Minas y Lord Galloway en el monasterio de San Jerónimo.
Los soldados ingleses y holandeses tenían fama de realizar pillaje en las ciudades rendidas, por lo que se apostaron tropas portuguesas en la Catedral y los conventos de monjas para evitar males mayores, aunque no ocurrió lo mismo con los pueblos de alrededor que si fueron asaltadas.
Esta situación enfureció a los salmantinos que esperaron el momento adecuado para ajustar cuentas. Así, el día 14 de Julio, cerca del convento de San Jerónimo, un pequeño grupo de soldados portugueses que escoltaban unos carros con material y dinero para reforzar a las tropas de Ciudad Rodrigo fue atacado por un grupo de salmantinos a favor de Felipe V. Este es el incidente del convoy de San Jerónimo.
En este momento comienzan a sonar las campanas de la ciudad avisando de lo que está sucediendo cerca de la ciudad, saliendo muchos vecinos a socorrer al primer grupo que atacó al convoy consiguiendo así poner en fuga a los soldados, que no eran sino la avanzadilla de un convoy mayor que venía de Guadarrama comandado por el general Francisco Farrel y que se refugiaron en el pueblo de Mozárbez. Ante este ardor, los salmantinos empiezan a perseguir a cualquier otro vecino cercano a la causa austríaca.
Así pues, el día 23 llega a salamanca un mensaje del General Farrel desde Ciudad Rodrigo advirtiendo a la ciudad de que si no devolvían el convoy que arrebataron a los portugueses, tendrían que atenerse a las consecuencias.
El general Antonio de la Vega, contestó rápidamente a la misiva, diciéndole en resumidas cuentas que lo hecho, hecho estaba y que no iban a devolver nada.
Las represalias contra los salmantinos
Ante el temor a las represalias, se refuerza la muralla en su fachada Norte y Este. Al aparecer las tropas pro-austriacas por el Teso de la Feria, los salmantinos corre a preparar la defensa, pero el general de la Vega retira sus tropas hacia Peñaranda, dejando indefensa a la ciudad. Así, viendo que la resistencia será poca, las tropas favorables al Archiduque apostan las piezas de artillería entre las puertas de Toro y Santo Tomas comenzando a bombardear la muralla.
Más de dos días aguantó la ciudad el bombardeo antes de rendirse el día 17 colocándose banderas blancas en las puertas de Zamora y Sancti-Spiritus. En este ataque, se perdieron más de 400 vecinos.
Las condiciones de la rendición fueron muy costosas, grandes sumas de dinero, gran cantidad de materiales y avituallamiento y la sumisión al Archiduque Carlos. Además, hay que tener en cuenta el enorme pillaje que fue más duro aun que las condiciones impuestas en la rendición.
Se robaron todos los objetos de valor de los colegios de la Vega, del de Huérfanos, el convento de San Jerónimo y de los hospitales de Santa María la Blanca y del Amparo, además del robo y el saqueo de toda la ciudad u pueblos cercanos.
Como caso curioso, hay que destacar que los Colegios mayores y la Universidad tuvieron que pagar un rescate por sus campanas, que iban a ser llevadas con el botín a Ciudad Rodrigo.
Así mismo, los asaltantes, al abandonar la ciudad el día 24 se llevaron consigo al gobernador, al alcalde mayor y a varios miembros influyentes de la sociedad salmantina a modo de prisioneros que fueron liberados días más tarde.
Dos días más tarde, las tropas leales a Felipe V vuelven a entrar en la ciudad, volviéndose a reconstruir las defensas que habían quedado enormemente afectadas. Un año después, en 1707, las tropas leales al Archiduque vuelven a atacar, pero son rechazadas por las milicias concejiles y la caballería de Santiago, Chaves y Pavón comandadas por el conde de Montenegro.
La gratitud de Felipe V
Y es así como en 1710, el monarca, Felipe V, en su paso hacia Extremadura, visita la ciudad empedrándose las calles del Concejo y de Zamora para la ocasión y cediéndoles soldados, materiales y fondos al ejercito del rey que estaba maltrecho tras la batalla de Zaragoza.
Esto y su continuo posicionamiento en favor del rey, es agradecido por él consintiendo la construcción de una de las mayores joyas de la ciudad: La Plaza Mayor, de la que hablare en otra ocasión.
Tres años después, entre 1713 y 1714, se firma el Tratado de Utrecht-Rastatt tras la derrota del bando Borbónico, lo que afirmo el retroceso y la perdida de la hegemonía en Europa de Francia.
Por su parte Felipe V es reconocido como rey de España por todos los demás soberanos excepto por el emperador austríaco que seguirá autodenominándose Carlos III, pero abandona cualquier pretensión al trono de Francia, además se pierden todos los territorios continentales de Europa en favor de Austria, aunque conserva su inmenso imperio ultra marino.
Además, Gibraltar y Menorca pasan a manos de Inglaterra que además recibe el Navío de Permiso para comerciar con las posesiones americanas de España y el Asiento de Negros sobre el tráfico de esclavos con esos territorios.
Por: Jonatán Durán Sánchez
1 comentario en «Los salmantinos apoyan al primer Borbón y nos da la Plaza Mayor»
Muy bueno. ¡¡¡Un 10!!!