En la naturaleza se pueden encontrar más de 20.000 especies de abejas distintas donde el porcentaje de las domésticas y empleadas por el hombre para la producción de miel es significativamente pequeño en comparación con la gran mayoría de individuos que componen esta gran familia: en su mayoría silvestres, solitarios y con un rol primordial como polinizadores para la preservación y equilibrio de los ecosistemas en el planeta.
Al respecto, una de las principales revistas de impacto de Zoología, ‘Zootaxa’, ha publicado recientemente parte de la investigación en la que participa el zoólogo de la USAL Félix Torres González y que detalla el declive de las poblaciones de abejorros –como agente polinizador de primer orden- en el ecosistema natural de los Pirineos. De las 37 especies conocidas en el área sólo “hemos constatado la presencia de 28 y planteamos que su desaparición en zonas en las que antes era habitual se debe a las variaciones del clima y a la modificación del paisaje por la acción humana”, informó el profesor del Departamento de Biología Animal, Ecología, Parasitología y Edafología a Comunicación Universidad de Salamanca.
Los datos forman parte de un estudio desarrollado en colaboración con la Universidad de Complutense de Madrid y la Universidad de Murcia, que se centra en el estudio del abejorro para tratar de analizar su biodiversidad, estructura genética e incidencia de patógenos en sus poblaciones de la Península Ibérica.
La primera parte del trabajo ha tenido lugar en los Pirineos, enclave elegido inicialmente debido a que en él que se tenía constancia de la existencia de todas las especies de abejorro registradas en la Península. El objetivo era proceder con la actualización de las listas de esta especie y analizar el estado de conservación de cada una de ellas para comprobar cómo han evolucionado las distintas poblaciones de especies y subespecies, en relación a los datos previos que existen sobre ello y que datan de hace 40 años.
Parques Nacionales
Tras visitar 78 localidades, desde Navarra hasta Girona, y en especial los parques nacionales de Ordesa, Monte Perdido y Aigüestortes i Estany de Sant Maurici (en altitudes entre 800 y 2.800 metros sobre el nivel del mar) el grupo de científicos ha localizado 28 especies diferentes de un total de 37 conocidas en la zona y, además, han apreciado que la mayoría de las poblaciones de abejorros han sufrido un desplazamiento en altura, que consideran es debido en gran parte al calentamiento global.
Como apunta Torres, “el calentamiento hace que se modifiquen las condiciones climáticas y ha empujado a las poblaciones de abejorros a vivir a una mayor altitud para intentar buscar las condiciones que tenían hace 50 o 100 años”. De esta manera, se comprueba de cierta forma “algunos de los efectos de la variación del clima que estamos padeciendo”, subraya.
Asimismo, el grupo de científicos aduce la no detección de estas nueve especies, alguna de ellas incluidas en las Listas Rojas de Especies Amenazadas de España y de Europa, o que haya poblaciones que están disminuyendo en su diversidad y su número de manera alarmante a que la acción del hombre da lugar a importantes cambios en el modelado del paisaje, a través de roturaciones de parcelas agrícolas o urbanización de áreas, entre otros.
En este sentido, esto se ha revelado como uno de los factores destacados en el estudio al demostrar que algunas poblaciones de abejorros son especialmente sensibles a los cambios del terreno, debido a que la supervivencia de algunas de especies está indisolublemente ligada a la presencia de determinadas plantas de las que obtienen su alimento. Si la modificación “por una u otra causa del paisaje provoca la desaparición de una determinada planta que está ‘unida al abejorro’, este insecto se ve obligado a cambiar de ubicación o a desaparecer”, alerta el zoólogo de la Universidad.
Diferencias
En el mundo existen más de 20.000 especies de abejas distintas, y en España puede haber más de 1.000. La principal diferencia entre la abeja de miel y el abejorro es que la primera forma colonias permanentes en el tiempo, es decir, perduran durante años, mientras que las colonias de abejorros son anuales.
Una hembra de abejorro funda la colonia en primavera, pone sus huevos, tiene sus hijos y se forma el núcleo, pero al final de la temporada (de marzo a octubre) se mueren todas menos una, que será la que al año siguiente vuelva a reorganizar todo.
En cuestiones aplicadas, de polinización, con abejorros implica que todos los años hay que renovar las poblaciones.