La prisión central de Burgos albergó, entre otros muchos presos durante la Guerra Civil, a 137 salmantinos, seis de ellos, debido a las malas condiciones higiénicas y de alimentación, murieron en ella por enfermedad
Estos aspectos y otras tantas historias que se sufrieron en el penal de Burgos trata ‘El lugar que ya no está. La represión franquista en Burgos’, el documental que este martes, 11 de abril se proyecta en el Centro Julián Sánchez ‘El Charro’ a partir de las 19.00 horas.
Habrá una charla coloquio, ya que estará presente uno de los creadores del documental, Álvaro Alonso, que pertenece al colectivo Espacio Tangente y a la CDMH.
Las personas salmantinas que murieron en la prisión burgalesa fueron: Quintín de Alba Sánchez, 23 años, natural y Joaquín García Diéguez, 33 años, naturales de Beleña. Alejandro García Vicente, 30 años, de Alba de Tormes; Eugenio Hurtado Barrios, 36 años, de Tornavacas; Hilario Martín González, 43 años, de Bejar y Juan Miguel Ramos Gómez, 58 años, natural de Santa Marta de Tormes.
Todos ellos juzgados en el mismo lugar donde el martes llevaremos a cabo la presentación del Documental «El lugar que ya no está», en la Sala de Justicia del Cuartel de Infantería Julián Sánchez ‘El Charro’.
Sinopsis del documental
Este es un itinerario documental a través de los testimonios directos de víctimas de la represión franquista en la provincia de Burgos, retaguardia del frente nacional, y de las aportaciones de las asociaciones y personas que trabajan hoy en ese mismo escenario en la recuperación de la memoria histórica.
Este documental es el resultado de tres años de acompañamiento de los procesos de localización, exhumación y/o dignificación de fosas repartidas a lo largo y ancho de todo el territorio burgalés, además de la recopilación de testimonios directos de algunos ex-presos políticos que sufrieron encarcelamiento en las prisiones diseminadas por la capital y la provincia de Burgos tras la Guerra Civil.
El recorrido permite explorar los lugares donde habita el recuerdo de un lugar que fue y existió hace 76 años. Una ciudad convertida en la “capital de la cruzada nacional” por su temprana adhesión al golpe de estado, una provincia en la que, a partir del 18 de julio de 1936, se desató una operación de exterminio físico y moral de todas aquellas personas consideradas peligrosas por los golpistas y sus cómplices.
Esta violencia terrible no es achacable, como se hace en otros puntos del estado, a una reacción del ejército, la iglesia y las derechas frente a una conflictividad social insoportable, o a una respuesta de estos mismos sectores al ataque de las masas de izquierda contra el orden o la religión, acontecimientos que en esta región nunca llegaron a producirse.
Todo parece indicar que lo que se intentó fue erradicar y enterrar una parte de nuestra historia colectiva, eliminando a las personas que la encarnaban. Gracias a la tenacidad y al esfuerzo de muchas otras personas, en nuestros días se reivindica esta historia negada y se exige el regreso de las palabras robadas y de las esperanzas rotas.



















