Opinión

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[dropcap]C[/dropcap]uenta la leyenda que todo ejercicio periodístico, toda noticia, para que cumpla con los cánones de lo presentable e inteligible, debe dar respuesta a seis preguntas que, en inglés, comienzan por “W”. Bueno, en realidad todas menos una, que no comienza sino termina, who, what, when, where, why y el díscolo how. A este lado del Canal de La Mancha serán ¿quién? ¿qué? ¿cuándo? ¿dónde? ¿Por qué/Para qué? y ¿cómo?

Nuestra amiga la Wiki, habla de un poema de un hombre apellidado Kipling (no me digas que no suena a personaje de Hitchcock) como acompañamiento de una historia que titula The Elephant’s Child (no me digas que no es curiosa semejante reunión de paquidermos) que dice:

Tengo seis honestos sirvientes

(me enseñaron todo lo que sé);

sus nombres son Qué y Por qué y Cuándo

y Cómo y Dónde y Quién.

 

Los honestos sirvientes son muy, muy reconocibles, muy comunes, muy cotidianos. Seguro que no hay día que no hayamos enredado con ellos, con todos, decenas de veces. Colocados en el orden adecuado, tendríamos artículo. Sazonando con precisión, la noticia, notición.

Hay que aclarar que los sustitutivos de las uwes deben responder escrupulosamente a hechos ciertos, veraces, contrastados y contrastables, de lo contrario, lo comunicado no sería otra cosa que una Ópera Bufa, jamás noticia. Curioso que la profesión sea conocida como periodismo en lugar de noticierismo por ejemplo. ¿Será que importan más los Cuándos que los Qués? En fin, este no es el tema (o sí), retomemos lo que aquí nos ocupa.

Se me ocurre suponer que si es así como se debe contar una noticia bien contada, dar la vuelta a la ecuación, es decir, poner las incógnitas al servicio del resultado deseado, serviría para crear la noticia… ¿Si?

Quiero decir, podemos comenzar por la única respuesta innegable que podemos defender con garantías y que corresponde a la pregunta ¿Quién? A saber, para ti, la que viste tutú, para mí, la que juega al yoyó. Los demás al buzón, no se me ocurre nada con ellosellos, aparte de quizá, franquearlos en Correos.

Las respuestas para el resto de las preguntas son mucho más ambiguas por “unipersonalidad”, pero aun así, me presento voluntario para proponer un orden. Ahora el ¿Qué? y a continuación podemos enfrentarlo con el ¿Por/para qué? Así, con la tontería, podemos evitar el aterciopelado látigo de la incoherencia. Ejemplo modelo tinto de verano: Ir al cine para ver una película. . Ir al cine para ver una película con un o una alguien para así testar el nivel de idolatría que generamos… No. O sobra el cine o sobra la compañía. Incoherencia.

Las siguientes son más asequibles, del dónde se ocupará el código postal, del cuándo, ese reloj sin agujas que llevas cuando no llevas reloj y nos falta el ¿cómo? Esta es genial. Sucederá tal cual lo hagas la vez posterior a la última en que te equivoques.

Notición: La única diferencia entre Dalí y tú, es que él lo pintaba.

Más información, aquí

moveyourself-coaching.com

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