[dropcap]Q[/dropcap]ué cosa lo de las escaleras… Da igual cuantas alturas puedan contar y el tipo de edificación en el que se encuentren. Todas comparten ciertas características. La primera es que siempre, da igual que suban a un ático o que bajen al sótano -6, se construyen desde la planta cero, se afrontan por primera vez desde la planta baja.
Otra es su cíclico cambio de dirección. Efecto zigzag o en espiral si se trata del modelo caracol, la manera más eficiente de construir un invento de ascenso no mecánico en el menor espacio posible. Imagina a qué distancia de la entrada del edificio habría que situar el primer peldaño para una escalera que suba en línea recta hasta un décimo. Además habría que construir una para cada planta… Demasiado ladrillo, madera, acero… Insuficiente en eficiencia.
Caracolíneas aparte, más peligrosas y menos frecuentes a menos que tengan carácter ornamental o como solución de urgencia, siempre hay un descansillo entre tramos. Gran idea esta, facilita masticar, degustar, digerir y reposar lo que vamos dejando a nuestras espaldas. Evita que vomitemos ácido láctico. Listo cuerpo –o descansas o te descanso, o paras o te paro -.
Existen dos tipos de descansillos. Por un lado, el que te ofrece una puerta, un acceso, una salida. Lo presenta un número. Por otro, está el ciego. No te dice dónde estás, te ofrece baldosa, pared y barandilla, te obliga a girar 180 grados para continuar. 180 para seguir subiendo. 180 vara descender. – Amigo, amiga, puedes seguir subiéndome, puedes echarte atrás y bajarme, decidas lo que decidas, no podrás dejar de girar sobre tu eje –.
Tienen algo en común. Ambos se encargan del avituallamiento, de ese segundo vital, de ese descanso para que no entres en saturación, para que no petes, para coger esa bocanada de aire necesaria para llevar oxígeno a tus músculos antes de afrontar la siguiente etapa. Nunca es un parón, es una recuperación, es un desplazamiento horizontal.
Alrededor todo sigue igual, los escalones, por muy pisados que estén no se inmutan, no se agitan. Es su naturaleza. Inalterable. No pueden permitirse sensibilidad alguna, bastante hacen postrándose a nuestros pies. Nosotros tampoco les ofrecemos el más mínimo agradecimiento por su apoyo. Lo pisoteamos y responsabilizamos de nuestra agitación. Qué injusto pensar. Esa agitación no surge del mármol, la caliza o la madera. El escalón 758 es exactamente igual que el 3. No pasan más cosas en uno que en otro, ahora que antes, es que hemos recorrido 755 más, mismo escalón, distinto escalador. Es lo que tiene ganar vistas, hay que utilizar más músculos más a menudo. El listo cuerpo sabe cómo debe emplearse. Sabrá ser más exigente que cuando sencillamente paseamos por una senda llana.
Ah, falta lo de la plancha. Si se enchufa cuando se va a usar, puede durarte toda una vida. Si no la desenchufamos al terminar, se quemará en horas. Como los descansillos.
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