Eran las seis y media de la tarde de este lunes cuando una enorme columna de humo negro hacía saltar las alarmas.
La humareda se localizaba e la zona sur de la capital. Resultó que era en el poblado de Vistahermosa, al lado de Los Montalvos.
Unos jóvenes llegaron con una furgoneta, pararon junto a la iglesia abandonada, descargaron una pila de colchones usados y les prendieron fuego.
Las llamas generaron la columna de humo negro. Los de la furgoneta se marcharon de allí y dejaron ardiendo los colchones. Cogieron un camino que sirve de atajo para llegar a la carretera de Matilla de los Caños (la que va a Los Montalvos).
Enseguida llegaron la Guardia Civil y los bomberos, que una vez aplacado el fuego dejaron abierta la puerta de la iglesia para que saliera el humo que la había inundado.
Los de la furgoneta regresaron poco después, de nuevo, para ver cómo iba la combustión, pero no se entretuvieron mucho tiempo, por si acaso. Como había movimiento de Guardia Civil y bomberos, igual acababan escaldados.
«Aquí vienen a menudo. Descargan los colchones y los queman para llevarse luego el hierro y venderlo. A 0,16 euros el kilo, ahí habrá cien kilos», relataba un conocedor de estas prácticas. Se las arreglan para conseguir colchones usados, de los que recoge la tienda en tu casa a cambio del nuevo o de los que desechan los ciudadanos e puntos limpios, y muchos acaban en una hoguera de Vistahermosa para sacarles el hierro y venderlo.
«Por la noche vienen los de los cables«, que los queman en una de las escombreras que se habían formado en la zona, para sacar los hilos de cobre que tan buen rendimiento ha generado en el mercado negro.
Uno de los muros laterales de la iglesia abandonada de Vistahermosa refleja el efecto de las llamas de las hogueras que se han prendido a sus pies. Como ya se hizo en las antiguas escuelas, una pequeña edificación que hay al lado, y cuyo interior también está calcinado.
Las escombreras de Vistahermosa reciben de todo: ruedas, muebles y, por supuesto, restos de las obras caseras que encuentran allí un acomodo habitual.
Recientemente se han cubierto de tierra algunas zonas donde se arrojaban escombros, y se ha despejado un enorme solar en el que también llegaban los salmantinos para tirar todo lo que les sobraba. Pero la clientela parece muy abundante.