[dropcap]N[/dropcap]o sé a qué viene eso de que quiero ser la reina del baile, que le quede claro a todo el mundo, no pretendo parecerme a ella.
Ella es una estúpida, engreída y dependiente, pobrecita. Fíjate, necesita que le digan que es la más bella del reino para tener un buen día. Al más mínimo atisbo de duda, es capaz de movilizar todos sus ejércitos, hacer que rueden cabezas o que ríos de veneno acaben con cualquier persona que, aún sin saberlo, esté compitiendo con ella. Se pasa todo el día en su castillo, se cree poderosa y al fin y el cabo es la persona menos libre que existe, está en manos de su propio espejo. Qué poca personalidad para toda una personalidad. Que estúpida, qué engreída, qué dependiente, pobrecita. Teniéndolo todo no tiene prácticamente nada.
Mi cuento es otro, no tiene nada que ver. Simplemente defiendo que es evidente que no se puede ir al baile con un calzado al azar, no es de recibo acudir sin el adecuado zapato de cristal. Entiéndeme, es que sin ese zapato… No, no vale un zapato cualquiera, no, no sin mi zapato de cristal.
No puedo llevar ninguna otra cosa en los pies, por mucho que los esconda el vestido, por mucho que toque el suelo. Ha sido tejido mágicamente por laboriosos pajarillos, no pega con unas deportivas, tú ya me entiendes. Imagínate el ridículo al sentarme o peor aún, nada más llegar, al bajar de la carroza. Mira, otra cosa indispensable… ¿Qué hago? ¿Me presento en taxi? ¿Voy en metro? Sería absurdo, destacaría demasiado y yo solo quiero destacar lo justo, solo lo justo, tampoco quiero agobios.
Es cierto que son fríos y no podré llevar calcetines, imagínate. Son transparentes, dejarán a la vista mis pies, que con tantos kilómetros como me han andado hasta ahora, son más propios de un anuncio de callicida que de uno de chancletas, pero seguro que todo el mundo ignora mis retorcidos meñiques… Seguro que solo prestarán atención a los zapatos.
Puede que no sean los más cómodos del mundo tampoco. Tengo claro que será mi pie quién deba adaptarse a la horma y no al revés, sí, inflexibles. Supongo que el caminar será costoso, distinto a lo que acostumbro, pero puedo familiarizarme con el andar con plomos, sin flexionar la planta, confío. Como calzar madreñas de tacón, que a pesar de no ser tan estilosas, tan elegantes, ni de un material tan noble como el cristal, me enseñarán a articular mis pasos por suelos que no están hechos para mí. No habrá problema, seguro que los siempre encerados suelos de palacio no son tan resbaladizos. Tampoco me moveré mucho, estaré, mantendré la postura.
Como verás, nada que ver con la reina, no pretendo que me adoren, solo que me admiren lo justo, como a mí me gusta. Con la carroza, el vestido y los zapatos lo consigo seguro. Será perfecto. No necesito nada más.
Al menos hasta medianoche.