Un estudio de la Universidad de Salamanca publicado en la revista científica European Journal of Ageing ha detectado que un 20% de las personas con demencia sufren malos tratos. Los investigadores, que entrevistaron a 326 cuidadores del noroeste de España, llaman la atención sobre este problema, que se traduce sobre todo en un maltrato psicológico y en forma de negligencias, probablemente relacionado con el estrés y la falta de apoyo de las personas encargadas de cuidar a sus propios familiares.
“Hay que diferenciar las conductas que hemos detectado de otros tipo de maltrato, en este caso no se lleva a cabo de forma premeditada ni con saña y, generalmente, no implica violencia física y no estamos hablando de delitos”, puntualiza en declaraciones a DiCYT Jesús Rivera Navarro, profesor de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Salamanca. “Sin embargo, se trata de un problema muy importante del que no se habla y del que habría que alertar a las administraciones públicas”, agrega.
Los autores de la investigación adaptaron un cuestionario de origen canadiense denominado Caregiver Abuse Screen (CASE) que está validado para la detección de abusos a través de preguntas indirectas. “Queríamos hacer un estudio ambicioso para averiguar cuánto maltrato se produce y de qué formas se presenta, pero es muy complicado detectarlo, ya que no le puedes preguntar a la persona que lo sufre debido, precisamente, a su situación de demencia”, señala el experto.
A través de las entrevistas a sus cuidadoras –la inmensa mayoría son mujeres- se pueden detectar los casos en los que sucede y las circunstancias que llevan a que se produzca. “El motivo suele estar en una mala gestión del cuidado, ya que se trata de una tarea muy dura que desborda a las personas que la llevan a cabo, especialmente, cuando el familiar con demencia pasa por ciertas etapas en las que se vuelven agresivos, insultan o se quieren escapar”, comenta.
Utilidad
La escala tiene una clara “utilidad clínica”, puesto que gradúa las sospechas de maltrato y puede ser una primera herramienta para que posteriormente actúen los servicios sociales si fuera necesario. Es decir, que podría ser utilizada por los profesionales de los servicios de neurología que habitualmente tienen que tratar con personas con demencia y con sus familiares y cuidadores, ya que pasar el cuestionario solo lleva entre cinco y siete minutos. De esta forma, se podría abordar el problema de una manera generalizada y con poco esfuerzo.