El Teléfono de la Esperanza sobrevive a las redes

El Teléfono de la Esperanza es una ONG de acción social y cooperación, financiada por alguna subvención pública, cuotas de socios y ayudas privadas.

Esta ONG atiende al año a 93.681 personas a nivel nacional, y en Salamanca la cifra está en torno a dos mil personas. El teléfono está disponible las 24 horas del día y está atendido por voluntarios que son parte de la ONG: hay abogados, psicólogos… pero no hay ningún profesional remunerado. “Todos somos voluntarios, nadie percibe ni un duro por nada”, explicaba María Jesús Iglesias, presidenta de la ONG en Salamanca.

La Asociación Internacional del Teléfono de la Esperanza fue fundada en Madrid en 1972. Siempre ha tenido mucha demanda y en desde la crisis, en los últimos años ha aumentado el número de llamadas.

El tipo de personas que suelen llamar son las que tienen problemas de soledad, sobre todo personas mayores que no han hablado con nadie en todo el día. Pero existe una franja de edad, personas desde los 30 a los 50 que también recurre a esta ONG porque están en una situación difícil: han perdido el trabajo y eso ha conllevado problemas de autoestima, en sus relaciones sociales y con su familia.

La Asociación organiza una serie de actividades para promover el cuidado de la salud emocional y fomentar que las relaciones de las personas sean positivas, tanto con ellas mismas, como con la gente que les rodea. Estas actividades son gratuitas aunque se pide un donativo para el mantenimiento y el propio gasto de la actividad como la entrega de la documentación.

Los cursos que se organizarán en Salamanca y comenzarán en octubre son los siguientes:

• Inteligencia Emocional
• Gestionando las Emociones
• El Sentido de la Vida
• Aprendiendo a vivir
• La alegría de Vivir
• Autoestima
• Comunicación No Violenta I
• Comunicación No Violenta II
• Inteligencia Espiritual
• Emociones Tóxicas
• Valores para vivir
• Mindfulness
• Taller del Perdón
• Programa “Entre amigos”

Estos talleres son un espacio de encuentro para que las personas se relacionen, desarrollen nuevas herramientas de comunicación y puedan crecer y desarrollarse personalmente.

Texto y foto: María López San Juan