Philippe Kamaris es francés y griego aunque normalmente trabaja en Bélgica, más concretamente en el Parlamento Europeo. Se encuentra en Salamanca mejorando su español para tener más facilidad en su trabajo a la hora de comunicarse, pero se le ha atravesado el subjuntivo.
¿Es tu primera vez en España?
Es la primera vez que estoy estudiando en España. Ya he estado en otras ocasiones, pero visitándola.
¿Qué es lo que más te gusta?
Me gusta la cultura y el clima español.
¿Y de Salamanca?
Llevo tan solo tres o cuatro días aquí, así que sigo descubriendo cosas nuevas. Pero me gusta la ciudad, es como vivir en un museo.
¿Mayores diferencias que notas de Salamanca respecto a tu país?
Como tengo dos países es un poco difícil la pregunta (risas). Como vivo en Bélgica la diferencia más grande es el cielo, el azul, el sol, todo ello no lo tengo normalmente en mi vida cotidiana (risas).
¿Has probado la comida española?
Sí, muchas veces. Ahora lo que estoy descubriendo es el gazpacho, que no lo había conocido antes. Para mí es la comida más importante (risas).
¿Qué se dice de los españoles en tu país?
En Bélgica trabajo en el Parlamento Europeo, por lo que trabajo con muchos españoles así que tampoco hay ningún estereotipo. Trabajo en un lugar donde no hay muchos, ya que trabajamos con gente de toda Europa cada día.
¿Por qué decidiste aprender español?
Por mi profesión. Ahora trabajo para el Parlamento Europeo y tengo que trabajar con América Latina y es importante para mí estudiar español de manera más seria, ya que lo había estudiado por última vez hace siete u ocho años y no lo había vuelto a practicar.
¿Y por qué escogiste Salamanca para mejorar el idioma?
Porque tiene muy buena reputación, es una ciudad universitaria. También está cerca de Madrid y para mí era necesario encontrar un sitio que estuviera cerca del aeropuerto. Vi Salamanca y creo que es una buena opción.
¿Qué es lo que te resulta más difícil de aprender en español?
El subjuntivo. Claramente es la conquista imposible (risas).
¿Es caro España?
Generalmente no, los precios son especialmente razonables. Especialmente con la comida, es un precio muy lógico.
Texto y foto: María López San Juan
