La repostería española tiene una larga tradición, con influencia de la época andalusí y de la cocina sefardí. También la salmantina, claro está.
El hojaldre ya se utilizaba en España para crear pasteles (tanto dulces como salados) desde el siglo XVII y son muchos los dulces que se hacen con esta masa, muchos de ellos típicos de algunas zonas del país.
¿Quién no conoce lo que es una raqueta? Pues si salimos fuera de Salamanca o de Castilla y León, puede que la gente no sepa a lo que nos estamos refiriendo si lo pides en una cafetería o una pastelería, porque suena a Roland Garros.
Este dulce salmantinizado que se puede encontrar en prácticamente cualquier pastelería, tiene nombres diferentes en el resto de España: unos lo conocen como Mugis, otros como Orejas y, el más común, los lazos de crema, pero la receta, la presentación y su sabor difieren ostensiblemente de nuestras adoradas raquetas.
Sea como fuere, este dulce se caracteriza por su forma y su color, además de su tamaño. Es un postre que se puede encontrar por toda España, pero su nombre, raqueta, es típico salmantino. En la pastelería Gil llevan haciéndolo desde que se fundó, en el año 1956, y con el paso del tiempo, no ha cambiado su forma de prepararlas, aunque aseguran que “nuestra elaboración requiere un tiempo”, aunque ha habido otras míticas de pastelerías ya desaparecidas (Burgueño, Roncero,…).
Y es que según explica Roldán, de la pastelería Gil, “para hacer una raqueta hay que hacer una masa de bollería en la que se introducen unas margarinas especiales de mantequilla y eso lleva unos pliegues y unas vueltas para que luego en el horno salgan hojaldradas”.
Ese es el primer paso. “Después, se forma un ocho y se le introduce una crema pastelera y lleva un tiempo de fermentación; una vez fermentadas se cuecen en el horno y una vez cocidas se le da un baño de azúcar”, explica.
Luego solo queda cogerla con delicadeza y comerla con ansia, porque está permitido. De rechupete.
Texto y fotos: María López San Juan
1 comentario en «Las raquetas de Salamanca, tan nuestras, tan ricas»
Me comería 1000 si no fueran tan calóricas.
La crema pastelera si es buena, eso ya las hace dignas del premio a la repostería de infarto.
De infarto de ricas.. Que quede claro.. Para evitar el otro infarto una pequeña caminata.