[dropcap]L[/dropcap]as efigies de Juan Carlos y Sofía ocuparon un medallón en el Pabellón Consistorial. No quedaba ninguno vacante en el Pabellón Real. Hasta entonces había una regla no escrita: los medallones del Consistorio debían guardarse para posibles alcaldes que tuvieran méritos suficientes para ocupar un lugar en la Plaza Mayor. Para salvar dicho escollo nombramos al rey Juan Carlos alcalde perpetuo de la ciudad.
El medallón de los reyes Juan Carlos y Sofía fue realizado, como digo, por el salmantino Venancio Blanco, presidente de la Academia Española de Bellas Artes de Roma y vocal de la de San Fernando. Se desplazó desde la Ciudad Eterna hasta Salamanca para presentar a los reyes la maqueta. Se esculpió en la fachada del Ayuntamiento y se inauguró el ocho de septiembre de 1984, fiesta de la Virgen de la Vega e inicio de las Ferias y Fiestas de Salamanca.
Otro escultor, Damián Villar, director de la Escuela de Artes Aplicadas y Oficios Artísticos de Salamanca, terminó el boceto diseñado por su amigo Venancio Blanco. Con esta distinción valorábamos en el rey la defensa que hizo de la democracia el 23 de febrero de 1981. Durante el tiempo de estancia en Salamanca el rey estuvo en posesión de la vara del alcalde, y antes de devolvérmela hizo ademán de luchar conmigo como si de una espada se tratara.
El rey Juan Carlos fue investido alcalde honorario y ese nombramiento tiene carácter personal y vitalicio. Se aprobó una moción conjunta del alcalde y los portavoces de los tres partidos políticos representados en el Ayuntamiento. Contó con el voto unánime de los concejales. Los socialistas, republicanos en su inmensa mayoría, considerábamos que Juan Carlos debía ser apoyado por su ejemplar comportamiento el 23- F, sin que esto supusiera arrinconar nuestra apuesta por la República como forma de organización del Estado. Debido al nombramiento, el monarca durante sus estancias en la ciudad puede presidir sesiones, dictar decretos y desempeñar cuantas funciones competen al cargo.
Después del almuerzo visitaron la Universidad de Salamanca y la Diputación Provincial, donde recibieron también las medallas de oro de las respectivas instituciones. En el zaguán del Ayuntamiento y en La Salina se descubrieron sendas placas conmemorativas de la visita. Pedí públicamente al rey Juan Carlos el título de “Muy Culta” para la ciudad de Salamanca, y la reina se interesó por el libro de la Historia de Salamanca en viñetas, pidiendo se le enviase un ejemplar a la Zarzuela.
Belén Vaquero, estudiante de segundo de BUP, entregó el ramo de orquídeas a la reina. Me había escrito para pedirme ese favor. María José, a la que por protocolo le correspondía ofrecer el ramo, cedió gustosa el honor a Belén, que tenía 15 años y estaba en coma profundo cuando la reina doña Sofía la visitó en el hospital.
La reina es una esponja, le gusta informarse de todo. Atenta a las explicaciones históricas, a veces reclamaba la atención de Juan Carlos sobre datos históricos que consideraba de sumo interés.
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