El alcalde de Santa Marta, David Mingo, y los concejales de Mantenimiento, Marta Labrador, y Policía, Jesús Hernández, acudieron este viernes a la inauguración del nuevo parque de tráfico situado en la calle Dolores Ibárruri.
Se trata de una iniciativa pionera en la provincia dado que actualmente no existe ningún parque de estas características y, como explicó el primer edil, “pensada para que los niños puedan realizar actividades escolares y extraescolares en las que aprendan las reglas más elementales de la educación vial, como prolongación a las enseñanazas que se están dando en las aulas no sólo estos días sino a lo largo del curso”.
Así, David Mingo hizo alusión a las charlas que, incluidas en la Semana Europea de la Movilidad que finaliza, ha ofrecido la Policía Local en los colegios y que han estado centradas en enseñar a los más pequeños las reglas básicas de conducta como peatones y como conductores, el uso de la bicicleta, de los sistemas de retención infantil y de otras normas básicas de conducta ciudadana.
El parque ocupa un total de 750 metros y se encuentra ubicado en una vía pública que ha sido peatonalizada y en la que se han simulado con carácter general todas las condiciones del tráfico.
Su uso está pensado para bicicletas, cuenta con dos grandes glorietas con 10 metros de diámetro, otras dos miniglorietas, cuatro viales, de 70 metros, una intersección en cruz, una vía central de doble sentido de circulación, dos vías laterales de único sentido, pasos de peatones, estacionamientos y el resto de elementos de tráfico, de tal manera que los niños puedan poner en práctica todo lo aprendido en seguridad vial.
En la actualidad se está tramitando el Reglamento del Parque Infantil de Tráfico y una vez aprobado se enviará a la Dirección General de Tráfico con la intención de que pueda pasar a formar parte de la Red de Parques de tráfico infantiles nacionales.
1 comentario en «Santa Marta estrena el primer parque infantil de tráfico de la provincia»
Gran idea pero el desarrollo ha sido nefasto. Si esto es todo lo que dan las cabezas de los que nos dirigen, apañados vamos. Esto no deja de ser unos botes de pintura en una calle reconvertida. Un quiero y no puedo.