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Opinión

Y de la tierra el cordero (Y tres)

 

Buenasuertes de los unos y desventuras de los otros. Y aquellos que compran justo enfrente de los que venden. Y los unos tratando de encontrar a los otros. Y que con eso está todo o si no, es cosa del destino, que estaba escrito. ¿Y desde cuándo? ¿Desde el principio de los tiempos? Pues mira, lo dudo, porque por ejemplo, ¿Quién lo escribió y en qué idioma está escrito? Resulta que al principio de los (nuestros) tiempos cuando nos bajamos de los árboles para meternos, nosotros en cuevas y al resto de los vivos en cintura, el único idioma era el Unga-unga… Quita, que no me lo creo.

 

Resulta que somos todos, contigo al frente, muy de dedicarnos a comprar y a vender. No hay  monovarietales (por aquí andamos en vendimia, permítaseme el guiño). Todos compramos, todos vendemos y todos, muchas veces, compramos y vendemos al mismo tiempo.

Remato la trilogía del mero con parábolas de hotel. Esos sitios que compran ladrillos y venden cobijos. Que compran suavizante y venden abrazos. Que compran colchones y venden nidos. Que compran sábanas y venden sueños. Que compran granos de café y venden despertares. Que compran carne cruda y venden fillet mignon, filete bonito, lindo, mono. Que compran tiempo de unos y venden anfitriones para otros.

Que nos quieran comprar lo que nosotros vendemos o acompañar al comprador amablemente hasta la puerta. Que nos quieran vender lo que nosotros necesitamos o nos despedimos con amabilidad justo antes de salir por la puerta con los bolsillos impolutos. Estaría bien…

Me da en la nariz, suspicaz que es uno, que nos vendría mejor una pequeña labor de transformación. ¿Estará ahí lo gordo? En tener una mínima capacidad para la alquimia. Utilizar herramientas básicas para construir complejos armazones con los que lanzar garantes ataques contra inexpugnables fortalezas. Bastarnos de nuestra propia complejidad para hacer de todo algo sencillo. Oro puro.

Propongo practicar hasta abatir la obligación de pertenecer. Acabar con toda militancia hueca formal, porque cuando menos lo esperemos, tendremos sed junto a aquella fuente a la que prometimos no acercar los labios. Son mis principios, podemos decir, pero a la deshidratación se la traerá al fresco. Dirá – yo digo Diego. Yo compro y yo vendo.

Propongo desapegarse de lo que está de moda, porque mañana estará demodé y yotúel con ello. Porque, qué lácteos, no hay dos como tú, y eso sí que es una suerte grande. Porque si dejas de ser eso que eres, serás copia. Ningún singular necesita pluralizarse. Pluraliza.

Propongo terminar por transformar lo que recibes, otorgar esa originalidad personal, porque repetir sin filtrar versos bombardeados nos impedirá escuchar nuevas, serán viejos ecos rebotados en un rocoso muro. Porque en ciertos casos, y este es uno de ellos, menos es más. Es mucho más ser alguien, que alguien más.

Propongo práctica, no hagas ni caso a la literalidad de estas palabras, porque son mías. Y a saber en qué estoy pensando…

Más información, aquí

moveyourself-coaching.com

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