El Teatro Liceo de Salamanca acogió este jueves la presentación de Leonardo da Vinci —cara a cara—, una obra del escritor Christian Gálvez, que estuvo acompañado en la mesa de oradores por Jero Hernández, un ilustre concursante de ‘Pasapalabra’ que presenta Gálvez. Al iguial que en su visita de diciembre de 2016, el escritor y presentador cautivó a su audiencia.
En este libro el autor realiza un fascinante análisis, profusamente ilustrado, de las teorías existentes acerca del verdadero rostro del artista toscano. Apoyándose en las opiniones de reconocidos expertos, Christian Gálvez va guiando al lector en una búsqueda que demuestra que muy poco acerca de la apariencia física de Leonardo es indiscutible.
Quien más quien menos tiene en mente una imagen aproximada del genio renacentista: pelo largo, coronilla calva, barba ondulada, cejas gruesas y mirada penetrante. Una idea que se basa en gran medida en el dibujo custodiado en la Biblioteca Real de Turín, un presunto autorretratoque, sin embargo, muchos especialistas ponen en duda.
Por este motivo, el autor ha decidido analizar en profundidad dicha obra, así como el retrato atribuido a su discípulo Francesco Melzi y la llamada Tavola Lucana, principalmente, además de otras imágenes de las que se ha venido argumentando que podrían considerarse retratos o autorretratos de Leonardo. Siguiendo el método del propio florentino, Christian Gálvez aplica la observación visual y la investigación científica a fin de despejar algunas de las muchas incógnitas existentes a este respecto.
En la parte destinada a valoraciones y conclusiones, se nos ofrecen dos amplios estudios, uno morfopsicológico con técnicos de la Unidad Central Operativa de la Guardia Civil y otro maxilofacial, con uno de los mejores especialistas de este país, de los rostros que se han barajado como posibles imágenes de Leonardo.
La conclusión de Christian Gálvez es que existen similitudes y diferencias entre las esculturas del David y el Santo Tomás de Verrocchio, así como en los rostros representados en el retrato atribuido a Melzi y la Tavola Lucana, aunque esto no llegue a suponer que representen a la misma persona. Lo que sí tiene claro el autor es que la morfología de los anteriores no es compatible con la del presunto autorretrato turinés.
A modo de reflexión final, y una vez expuestas todas las pruebas, Christian Gálvez insta al lector a que se deje guiar por su propia percepción y mantenga una opinión propia sobre el tema.