[dropcap]C[/dropcap]omo cada día me levanto cuando suena el despertador, pero hoy, ¡qué mala suerte!, al ir a sacar la taza del microondas la he golpeado ligeramente contra la puerta con el resultado de derramar parte del contenido sobre mi mano… ¡qué dolor! He estado a punto de tirar la taza al suelo. He debido perder unos minutos al intentar curarme porque al salir de casa he visto que era más tarde de lo habitual. A correr. He bajado al garaje a coger el coche, rápido he salido a la calle y no podía creer que estuviera cortada la avenida por obras y nos desviaran a todos por esa estrecha calle en la que avanzábamos a ritmo de tortuga…”
Este breve relato nos muestra algunas de las pequeñas dificultades cotidianas que podemos encontrar con relativa facilidad, cada una de ellas por separado, despierta en nosotros una respuesta adaptativa que nos supone un esfuerzo extra, sumadas en un corto espacio de tiempo, nos llevan a vivir con la sensación de tensión permanente, como diría nuestro protagonista “¡qué estrés!”.
¿Qué es el estrés?
A día de hoy se considera al estrés como el proceso que se pone en marcha cuando una persona percibe una situación o acontecimiento como amenazante o que desborda sus recursos.
Selye formuló el Síndrome de Adaptación General (GAS) para describir el proceso por el que pasamos cuando nos enfrentamos a una situación amenazante:
Fase de alarma: Sería la respuesta que se activa ante la percepción del estímulo amenazante. Por ejemplo, imaginemos que estamos dando un paseo plácidamente por un lugar espectacular cercano a un zoo, de repente un extraño ruido nos hace detenernos, miramos a nuestra derecha y nos parece ver ¡un león!
¿Cómo respondemos? Probablemente nos quedemos paralizados, si alguien nos mirara en ese momento nos vería pálidos, nuestro corazón comenzaría a latir con fuerza preparándose para la siguiente fase.
Fase de resistencia: Ante el estímulo amenazante percibido (león) probablemente emprendamos una respuesta de huída. Analizaremos con rápidez la situación y buscaremos un lugar en el que estar a salvo, en nuestro ejemplo la carrera no nos ofrece muchas opciones, por lo que intentaríamos trepar a un alto árbol.
No sabemos de dónde sacamos las fuerzas pero lo hacemos, y en el proceso no somos conscientes de que nos estamos arañando, sólo estamos centrados en huir del león. Los esfuerzos que hacemos en esta fase superan a los que hacemos de forma habitual, estamos teniendo un rendimiento superior. Este sobreesfuerzo puede mantenerse un tiempo limitado.
Fase de agotamiento: Si la fase anterior fracasa, o es excesivamente costosa para nosotros, entraríamos en la fase de agotamiento, en el que el rendimiento estaría por debajo del que tenemos de forma habitual. Para recuperarnos de este agotamiento necesitaremos mucho tiempo.
Este patrón de respuesta se repetiría tanto en estímulos intensos, como el del ejemplo, como en estímulos más leves, llevándonos en ocasiones a tener que enfrentar un nuevo estímulo amenazante antes de haber recuperado nuestro nivel normal de rendimiento.
¿Cómo podemos hacer frente al estrés?
Existen diversas herramientas que nos ayudarán a afrontar el estrés, algunas son cognitivas, otras físicas, como las técnicas de relajación. En Centro Esnia podemos enseñarte diversas técnicas de afrontamiento del estrés.
Esther Serrano.
Psicóloga
1 comentario en «El estrés: el enemigo invisible»
12 pautas para que no te rompa el estrés https://dametresminutos.wordpress.com/2015/04/29/12-pautas-para-que-no-te-rompa-el-estres/