Otra forma de compartir piso entre los estudiantes

Estudiantes en el campus Unamuno de la Usal.

Para multitud de jóvenes, acceder a la universidad y compartir piso son sinónimos de libertad, fiesta y vivir experiencias con otras personas de su misma edad. Sin embargo, cada vez son más estudiantes los que, por diversas razones, eligen otra opción: compartir piso con personas mayores. En un mundo que cada vez está más interconectado, las personas mayores siguen siendo uno de los colectivos que más sufren la soledad.

 

Es por ello que el Servicio de Asuntos Sociales de la Universidad de Salamanca ofrece a estudiantes y mayores participar en su programa de convivencia intergeneracional. Esta iniciativa consiste en que una persona mayor, de manera altruista, abre su domicilio para que viva un joven estudiante de la Usal. La peculiaridad es que la persona mayor no le cobra alquiler y le cede una habitación acondicionada y el uso del resto de la casa. El estudiante, a cambio, hace compañía a la persona mayor, pero nunca en calidad de cuidador.

Se trata de un programa que realiza la Junta de Castilla y León en convenio con todas las universidades de la región. Comenzó en el año 2005 y, desde entonces, se ha ido ampliando tanto en actividades como en convivencia. Surgió como una necesidad por las dos partes, como una medida para ayudar a jóvenes que buscan otras opciones y favorecer la permanencia de las personas mayores en sus casas.

Dentro del programa, existe un abanico muy variopinto de personas mayores que deciden participar,  desde los 68 hasta los 94 años, aproximadamente, y, sobre todo, mujeres. Su motivación principal es la soledad, pero también hay algunas personas que lo hacen por solidaridad, para beneficiar a estudiantes sin recursos.

Dentro de los estudiantes, la mayoría son alumnos de master de países sudamericanos o que viven lejos de Salamanca, pero también hay alumnos de nuevo ingreso que deciden lanzarse a esta experiencia empujados por los padres o alumnos que han vivido una mala experiencia de los pisos compartidos y buscan un piso de ambiente tranquilo y familiar donde puedan estudiar. El único requisito es que le gusten las personas mayores y que esté convencido de que va a ser una experiencia enriquecedora.

Este programa se realiza cada año y suele constar de en torno a 20 familias. Hasta este momento, siempre ha tenido un resultado positivo y se han forjado relaciones muy entrañables entre ambos. Los técnicos del SAS hacen una selección lo más adecuada posible en la que se realizan entrevistas y después hay un acompañamiento para que se conozcan y hablen. “No es que un alumno cualquiera que, de repente, se vaya a vivir con una persona cualquiera”, insisten desde el SAS. Además, se hacen seguimientos quincenales para ver cómo funciona la convivencia y resolver los problemas que puedan surgir.

Para hacer la pareja, se siguen criterios objetivos como pueden ser la distancia del domicilio a la universidad o el tiempo disponible del alumno, además de valoraciones personalizadas para compatibilizar el carácter de cada uno de forma que haya un buen encaje.

En cuanto a la experiencia universitaria, participar en esta iniciativa supone cambiar algunos aspectos. Los técnicos advierten a los alumnos que las noches son momentos de presencia casi obligada en la casa, ya que los mayores lo demandan porque sienten la noche como un momento de mucha soledad o se sienten más desvalidos. Sin embargo, esto no quita de salir una noche a la semana para divertirse con sus amigos, pero se recomienda que no se convierta en algo habitual.

Por otro lado, los fines de semana, vacaciones y otros periodos similares son tiempo para los alumnos. Volver a sus hogares a visitar a sus familias o aprovechar su estancia en España para viajar no es ningún problema si queda fijado de antemano.

Las relaciones que se forjan en este programa de convivencia intergeneracional suelen permanecer en el tiempo. En muchas ocasiones, los alumnos terminan asegurando que esa persona “es como un abuelo para mí” y los mayores afirman que “es el aire fresco que necesitaba mi casa”, ya que, cuando los estudiantes llegan a casa, les cuentan cómo van las clases, cómo son sus compañeros, qué tal les va con sus parejas, y comparten sus alegrías.

Posteriormente, algunos de los alumnos repiten y se quedan varios cursos consecutivos en la casa de la persona mayor. Este programa solo es para alumnos de la Usal, pero, al acabar estudios, la pareja puede decidir optar por seguir viviendo juntos y continuar con esa relación tan especial. Para los que no tienen esta opción, siempre tendrán la puerta de esa casa abierta para cuando quieran pasarse a hacer una visita.

Texto: Paula Castro Morán

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