[dropcap]C[/dropcap]laro que sí cielo. Tu culo es probablemente una de las piezas más importantes con las se te dotó. Haylos de múltiples formas, colores, texturas, tamaños y sensibilidades (ay, sensibilidades). Y el tuyo, magnífico, nos lo muestras en todo su esplendor, en toda su razón.
Fenomenal, independientemente del lugar en el que lo ubiques para su reposo, que si un colchón, que si una hamaca balinesa, que si bajo la primaveral sombra del almendro de Eloísa, que si como un buen sofá no lo conoce el hombre… Tanta acertada defensa de distintas propuestas me hacen pensar, bueno, somos legión, que qué más da teniendo ese culo. ¿De qué sirve un aterciopelado trono si su majestad no dispone de posaderas? Aplaudo las tuyas.
Trata de imaginarte sin él, solo verticalidad u horizontalidad extremas, de vuelta a las cesáreas costumbres de alimentarse en el diván o como apresurados erguidos en la encimera… Sabes perfectamente que para comer importa tanto el culo como la cuchara.
Trata de imaginarte sin él. Cine, teatro, oficina, coche, avión, restaurante, salas de espera, playa… Todo sería totalmente distinto para ti. Sencillamente no podrías sentarte en ningún lugar. Ni colchón, ni hamaca, ni sombra primaveral, ni sofá.
La naturaleza es sabia y no se olvidó de hacerte entrega de tan esencial atributo para tu uso y disfrute. Tienes uno, ni mereces menos ni necesitas más. De lo contrario al final de la espalda dispondrías de (otra vez) un colchón, una hamaca, un almendro, un sofá…
¿Sabes con qué coinciden en cantidad y necesidad? Sí mira, con las justificaciones oiga. Con una, suficiente. Y entre otras cosas también sirve para sentarse. Diles excusas si te resultan más familiares.
Mira, en el campo de la investigación (vistazo rápido en google) hablan de 3 tipos de justificaciones. La primera la teórica, que tiene como propósito generar una reflexión, un debate, discutir una teoría o tratar de encontrar soluciones (para hacer). Tendríamos también la justificación práctica que pretende aplicar estrategias para solucionar un problema (y hacer al respecto) y la tercera y última, la metodológica, que vendría a generar un conocimiento válido y confiable, definir un método (para poder hacer bien siempre).
Ciertamente no son las más comunes fuera de “laboratorio”, en la calle son más reconocibles cuando se presentan como postverdad, como postrazón, como postjustificación, como culo. Todos tenemos. En su tipología científica jamás incluirán firmes o temblorosas afirmaciones presentadas por las sonículas melodías del inigualable, irreverente e irrelevante Señor Esque.
Claro que no cielo. No debería valer con poder sentarte en cualquier lugar y ya. Ese culo tuyo merece el mejor colchón, la mejor hamaca balinesa, el almendro más florido de toda la primavera, un sofá de privilegiada memoria que recuerde cómo abrazarte cada vez.
Muévelo hasta allí, hazlo científico si quieres, es una buena metodología practicar la teoría. Úsalo cuando te ataque la fatiga, no cuando su amiga la pereza te invite a descansar por si aparece el cansancio. ¿O tienes alguna buena excusa?
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