[dropcap]C[/dropcap]ontinua la campaña que intenta conseguir que el Hospital Universitario de Salamanca pueda llegar a ser un hospital sin humos. Se ha señalizado suficientemente la prohibición de fumar en todo el recinto hospitalario, pero a pesar de ello muchos fumadores insisten en hacerlo. Muchos incluso lo hacen con total descaro encima de las señales horizontales que lo prohíben y algunos debajo de las grandes señales verticales que se han colocado.
Cuando personal de seguridad del hospital cumpliendo con las instrucciones que han recibido, o profesionales sanitarios con sentido de la responsabilidad a tal efecto, les indican que respeten la prohibición de fumar, indicándoles que pueden hacerlo un poco más allá, en la calle Donantes de Sangre, que está a solo 20 metros, muchos de los fumadores les miran con indiferencia, cuando no con desprecio o incluso profieren contra ellos algún insulto o amenaza, y por supuesto siguen fumando tranquilamente. Parece que va a ser necesario que la policía local acuda de cuando en cuando y ponga algunas multas, y que el hecho sea suficientemente aireado por los medios, para ver si así es posible hacer cumplir la Ley.
Pero no solo es fuera del hospital donde suceden estos hechos. La señalización que prohíbe fumar en las escaleras de incendios y las bandas de plástico que limitan su apertura son arrancadas por algunos fumadores con total descaro. ¿Será preciso también acudir a las multas para conseguir que se respete la Ley que prohíbe fumar y la que prohíbe abrir las puertas de emergencia salvo en caso de necesidad? Ambas contemplan sanciones por separado, que se pueden aplicar conjuntamente elevando considerablemente la cuantía de las mismas.
Muchas personas fumadoras acatan las normas establecidas con total respeto, aunque preferirían que no existieran esas normas, pero existe también un número reducido de fumadores que se consideran por encima de la Ley y de los derechos de los demás ciudadanos. Son personas a las que podríamos calificar como mínimo como incívicas y carentes de todo respeto por lo común, incluso en espacios como un hospital, incluso cuando acuden al mismo por problemas de salud, en el uso de su derecho como ciudadanos a disfrutar de unos servicios sanitarios que pagamos entre todos con nuestros impuestos, y que, por tanto, merecen al menos el respeto de usarlos cívica y responsablemente. Fumar en el hospital es un acto egoísta e incívico, es una falta de educación y, además,es ilegal.