Lo que parecía una sensación empieza a manifestarse como una evidencia con toda su crudeza.
Parece que cada vez las señales horizontales de la carretera de Béjar, la N-63o son cada vez más tenues, algo que se pone de manifiesto en condiciones de escasa visibilidad por falta de luz o cuando llueve, que es cuando más ayuda prestan.
Pero la falta de mantenimiento también afecta al piso de la calzada.
Una muestra es la grieta que crece en tamaño y profundidad desde hace meses al pasar la curva de acceso a la recta de Arapiles, sentido Salamanca.
La erosión se empieza a notar más a la derecha unos metros antes y luego aparece la gran grieta en el centro del carril.