[dropcap type=»1″]D[/dropcap]esde diciembre de 1979 se realiza ante el monumento de don Miguel de Unamuno, obra de Pablo Serrano, un homenaje al rector de Salamanca por antonomasia. En 1982 realicé la ofrenda con el nuevo gobernador civil socialista, el catedrático de Historia Medieval, José Luis Martín. Acababa de ser nombrado y antes de la ofrenda floral realizó una visita oficial a la Corporación municipal.
En la ofrenda floral celebrada el 31 de diciembre de 1985 propuse que Miguel de Unamuno tuviera un medallón en la Plaza Mayor. Presenté una moción al Pleno del Ayuntamiento que fue aprobada por unanimidad. Con el medallón contribuíamos a la celebración del quincuagésimo aniversario de la muerte del insigne escritor y pensador. Don Miguel de Unamuno fue concejal del Ayuntamiento salmantino los últimos cinco años de su vida.
Se ubicó enfrente del Pabellón Real, y para realizarlo convocamos un concurso nacional dotándolo con un primer premio de 500.000 pesetas. El escultor Oscar Alvariño, afincado en Madrid, fue el ganador. Los seis miembros de jurado, escultores profesionales de reconocido prestigio, votaron por unanimidad por su proyecto. Se presentaron 29 escultores de toda España. Además del primer premio se otorgaron dos menciones especiales a Eduardo Velilla y a Agustín Casillas.
La celebración del cincuentenario se celebró como estaba prevista el último día del año de 1986. La Corporación, después de asistir al Pleno de diciembre, se dirigió al cementerio de San Carlos para visitar el nicho donde reposan los restos de Unamuno. Coloqué en él una corona de claveles y gladiolos. Los Amigos de Unamuno de Bilbao y Salamanca depositaron sendas coronas de flores. Estuvieron presentes en los actos familiares de don Miguel.
La segunda parada de la Corporación fue delante de la escultura de Unamuno realizada por Pablo Serrano. El rector, Julio Fermoso, depositó una corona ante la estatua mientras una dulzaina interpretaba el himno nacional. Le acompañé en la ofrenda con Gonzalo Torrente Ballester. Terminó el acto con unas palabras en las que valoré el compromiso de Unamuno con Salamanca. Después, los presentes nos dirigimos a la Plaza Mayor donde descubrí el medallón.
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