Tal día como hoy de hace 81 años, Miguel de Unamuno recibía sepultura en el nicho 340 de la calle San Antonio del cementerio San Carlos Borromeo.
En su epitafio se pueden leer estos sus versos:
Méteme, Padre Eterno, en tu pecho
misterioso hogar
dormiré allí, pues vengo deshecho
del duro bregar.
La Asociación Memoria y Justicia de Salamanca rinde, este 31 de diciembre, fecha del aniversario de su muerte, un homenaje al hombre, no al personaje. Y acude, como cada año, a depositar en su nicho unas flores en señal de respeto y gratitud a uno de los ilustres que han vivido, amado, sufrido y disfrutado nuestra tierra.
Este año, Ana Chaguaceda Toledano, directora de la Casa Museo Unamuno, ha sido la encargada de recordar a don Miguel. Para ello, ha tirado de recuerdos, los que se conforman después de 28 años trabajando en la Casa Museo Unamuno.
«Me siento afortunada por poder vivir todos los días durante unas horas en el espacio mismo donde lo hizo Miguel de Unamuno y su familia cuando habitaron la casa rectoral», señaló Ana Chaguaceda.
La directora de la Casa Museo de Unamuno recordó que tiene la suerte de conocer el legado del filósofo y de contar con la familia, especialmente con los nietos. Recordó al nieto mayor, Miguel Quiroga, hijo de Salomé, a Miguel de Unamuno Pérez, a Carmina y a Pepita Conde, nuera de Unamuno y creadora de la Fundación Unamuno, que hoy sigue en marcha dotando becas de investigación.
«De todos ellos he aprendido mucho, he recibido mucho como ahora sigo haciéndolo de los otros nietos, principalmente de Pablo, en el que reconozco con su actitud y su coherencia, muchos de los valores de su abuelo».
Al acto acudieron, el actual rector, Ricardo Rivero, el vicerrector, Enrique Cabero, además del nieto del filósofo, Pablo de Unamuno, Daniel Sánchez, Emilio Pérez, José Luis Mateos, José Luis Hernández Rivas, miembros de la Asociación Memoria y Justicia y salmantinos que acompañaron en el acto donde se recordó al escritor, al pensador y al hombre.
