Opinión

Tunada

 

[dropcap]Q[/dropcap]ué criaturas todas aquellas de la familia de los tunantes Thunnus. Leí que un atún no pinta nada. Casi de acuerdo con todo. Es verdad, ¿cómo va a pintar quién no puede hacer nada con un pincel? Imagínate abriendo un bote de témpera sumergido en tu bañera. Y las pobres acuarelas. Demasiada agua diluirá sus colores. Un carboncillo puede aguantar la humedad, pero el papel ahogado no soporta trazo alguno.

 

Está extendida la idea de que los peces tienen una terrible memoria. De dos segundos como seguro habrás escuchado. Me pregunto en base a qué experimento o experiencia nos permitimos aseverar tal cifra más allá de la mostrada garantía de verticalidad que ofrece todo “se” impersonal que se precie. Se dice. Dos segundos, me lo dijo una bertorella que conocí en un acuario un día a una hora… Eso sí, en italiano siempre. Bertorellll… (aguántese subiendo sutilmente la voz) …la (desciéndase el tono, únanse las yemas de los dedos de ambas manos, agítense suavemente los brazos desde los codos y sonríase). Los atunes son otro rollo. En su fría cabeza solo encuentran la única respuesta que necesitan. Su única buena respuesta. Ante todo, nada.

¿Para qué les sirve la memoria cuando saben lo que tienen que hacer? ¿De qué les sirve cuando saben cómo y cuándo hacerlo? ¿Qué sentido tiene cuando solo pueden permitirse ahoras? A nosotros sí. Para poder seguir haciendo. Por el simple y obsceno placer de tronizar lo que mejor hace un atún. El nada.

Un atún no tiene por qué acordarse de nada. A un atún le sobran bolsillos y maletas porque todo lo lleva puesto. Le sobra el maquillaje, los colores y la seda, porque como la mona, atún se queda. No necesita tener una buena respuesta buena para una pregunta sin hacer. Toda conversación que tiene consigo se reduce al cíclico periódico mixto ¿Qué vas a hacer? Nada. ¿Qué vas a hacer? Nada. ¿Qué vas a hacer?

Un atún no pinta nada… Un atún no hace nada. Nada. Un atún no sueña nada. Nada. Un atún no para para respirar, respira porque nada. Le dicen nómada cuando solo nada. Nunca descansa nada, nada. Como tú y yo, es de sangre caliente, consigue mantener su temperatura por encima de la del agua donde vive. Y nada. Libre por el gerundio de nadar.

No. Un atún no pinta. Nada. Dibuja trazos invisibles con cada aleteo. Con cada coleteo pone patas arriba todo un océano. Con cada uno de sus gestos agita cada molécula de agua y de sal. Si quieres imperceptible, tanto como evidente. Una nueva corriente, una particular fuerza que todo lo transforma, ya sabes de qué va eso de la energía. Ensordecedora como un suspiro, muda como un grito.

Ni lega ni delega colores, no estampa, al contrario, se camufla, se hace parte del medio adecuado, el que mejor le permita nadar. Es todo lo que necesita. El atún nada. Por eso nos parece bonito.

Tú también. Nada.

Más información, aquí

moveyourself-coaching.com

 

 

Deja un comentario

No dejes ni tu nombre ni el correo. Deja tu comentario como 'Anónimo' o un alias.

Te recomendamos

Buscar
Servicios