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Los nazis, los últimos inquilinos del Palacio de Orellana

La esposa de Iñigo Méndez de Vigo, ministro de Educación, Cultura y Deportes y portavoz del Gobierno, María Pérez de Herrasti y Urquijo pertenece a la familia propietaria del Palacio de Orellana|La esposa de Iñigo Méndez de Vigo, ministro de Educación, Cultura y Deportes y portavoz del Gobierno, María Pérez de Herrasti y Urquijo pertenece a la familia propietaria del Palacio de Orellana

[dropcap]J[/dropcap]esús Málaga, presidente del Centro de Estudios Salmantinos, y La Crónica de Salamanca inician una serie sobre monumentos, rincones, rutas y lugares ‘escondidos’ de nuestra ciudad bajo el título de: Salamanca, de la sombra a la luz

 

Si la Academia de Mandos de la Falange se estableció en el otoño de 1936 en Pedro Llén, los altos jefes de la Cóndor encontraron idílico aposento en Negrillos, otra finca del Marqués de Llén, en Carrascal del Obispo. El general Faupel, embajador de Hitler ante Franco y jefe de la Legión Cóndor vivió y tuvo su ‘bunker’ en Pelagarcía, la alquería cercana a Gargabete. También disponía de una estancia personal en el Palacio de Orellana donde tenía su despacho. Escribía Enrique de Sena.

Quizá el general alemán fue su último inquilino, porque no se conoce que se haya habitado con posterioridad. Lo que sí hay constancia es a quién pertenece este palacio del siglo XVI. El dueño es el marqués de la Conquista, de la familia Pérez de Herrasti, a la que pertenece María Pérez de Herrasti y Urquijo, la mujer del ministro de Educación, Cultura y Deporte y portavoz del Gobierno, Íñigo Méndez de Vigo, con la que contrajo matrimonio en 1985.

El proyecto fallido de la familia

El palacio de Orellana fue declarado BIC -Bien de Interés Cultural- el 16 de marzo de 2000. La familia Pérez de Herrasti y Urquijo, propietaria del inmueble presentó a finales de 2004 al Ayuntamiento de Salamanca y a la Comisión Territorial de Patrimonio de la Junta de Castilla y León su proyecto de rehabilitación del inmueble y su posterior adecuación para convertirlo en un museo casi único de sus características y muy singular, tal y como explicó a ABC el arquitecto responsable de las obras, José Ignacio Lafont.

El proyecto incluía la habilitación de espacios para el disfrute privado de los dueños durante sus estancias en Salamanca. Además, la idea de la familia era abrirlo al público, para que lo conozcan por dentro, con un contenido atractivo para los visitantes.

Se trataba de un espacio en el que se podría contemplar la enorme colección de piezas domésticas de épocas pasadas que ha atesorado la familia, señaló el arquitecto a ABC en 2005, quien relató a modo de ejemplo la existencia de un cuarto de baño completo del siglo XVI o la vajilla que utilizaban habitualmente los moradores de esta casa. Junto con estos elementos, habría diferentes habitáculos destinados a la exposición de importantes obras de arte familiares entre las que se encuentran piezas de Goya y de otros pintores.

Pura arquitectura

El palacio de Orellana, más de una década después, continúa sin abrirse al público y lo más lamentable, sin restaurarse. Desde este serial, Salamanca: de la Sombra a la Luz, hemos querido traer uno de los palacios clasicistas que hay en la ciudad, cuyo valor es la pura arquitectura sin ninguna concesión decorativa, aunque desde el punto de vista proyectual recuerda al palacio de Monterrey.

Su fachada principal se organiza en dos pisos más un paseador y una torre, levantada al mediodía. Todos sus vanos son adintelados y los del piso noble, resueltos en balcones, rematan con frontones triangulares y curvos alternando.

La estructura de la galería-mirador también es adintelada y sostenida por pilares que rematan con zapatas, elemento éste que no se prodiga precisamente en los edificios de Salamanca; esta solución vuelve a repetirse en todo lo alto de la torre, que luce hacia la mitad de su altura más o menos un escudo sostenido por dos buenas esculturas de niños con las armas de los Anaya; otros con alianzas van a los lados del balcón rasgado sobre la puerta.

Dibujo atribuido a Valentín Carderera y al año 1850. La mujer y el niño están en el desaparecido atrio de la capilla de la Orden Tercera Trinitaria, actual Iglesia de San Pablo. El caballista avanza por la calle de San Pablo y se dispone a atravesar el arco de la torre campanario de la Iglesia de San Adrián que lo une con el palacio de Orellana.

Bien se aprecia cómo a partir de la segunda puerta, tapiada, arranca un añadido, realizado en 1856, cuando se derribó el arco que unía el palacio con la iglesia de San Adrián. Se limitaron a copiar al pie de la letra la arquitectura quinientista e incluso da la sensación de que se proyectó otra torre que por las razones que fuera no se llegó a construir.

El patio forma una ele con galerías inferiores de arcos semicirculares con óculos -y no con los consabidos medallones- y estructuras adinteladas y con zapatas en el superior; los elementos sustentantes de los dos pisos son toscanos.

Desgraciadamente nada se puede afirmar sobre su arquitecto; se han aventurado algunos nombres como Martín Navarro, Rodrigo Gil de Hontañón o Juan del Ribero Rada, pero no hay ninguna constancia documental.

Tampoco ha habido unanimidad a la hora de fijar el promotor; para unos el canónigo Francisco Pereira y Anaya, señor de Herreros de Peñacabra y Sancho Gómez, y para otros su hijo Alonso de Anaya Barrientos, canónigo de la catedral de Toledo, presidente de la Chancillería de Valladolid y miembro del Consejo de Castilla. Las noticias documentales y la cronología parecen inclinarse por la hipótesis de que el promotor fuera el citado Francisco Pereira, fallecido en 1576.

El palacio ha recibido distintos nombres en función de sus propietarios de cada momento y así se le conoce también como de la Conquista o de Albaida.

Documentación:
Historia de Salamanca. V Siglo Veinte. Centro de Estudios Salmantinos.
Hemeroteca ABC.
salamancaenelayer.blogspot.com.es
Junta de Castilla y León Portal de Patrimonio Cultural de Castilla y León. Autor: José Ramón Nieto González

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