El escultor y pintor salmantino Venancio Blanco falleció este jueves en Madrid a los 94 años (iba a cumplir 95 en marzo). La capilla ardiente del escultor y pintor salmantino Venancio Blanco se abrirá en el Tanatorio M30 de Madrid y el entierro será este viernes, a las 12.45 horas, en el Cementerio de La Almudena.
Venancio Blanco era miembro de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando. En 1981 fue nombrado director de la Academia Española de Bellas Artes en Roma. Nació en 1923 en Matilla de los Caños (Salamanca), aunque residió la mayor parte de su vida en la capital salmantina, lo que le llevó a recibir las Medallas de Oro de la provincia (2009) y de la ciudad (2015). También fue Premio Castilla y León de las Artes en 2001. Tras una larga trayectoria, centró su trabajo en la temática religiosa.
Blanco fue galardonado con diversos premios nacionales e internacionales tales como el Premio Nacional de Escultura (1969), la Primera Medalla en la Exposición Nacional de Bellas Artes (1962), Gran Premio de Escultura en la V Bienal de Arte de Alejandría, Medalla de Oro en la IV Bienal de Arte Sacro de Salzburgo, la Medalla de Oro de la XI Exposición ‘Las Artes en Europa’ (Bruselas) y el Primer Premio de la Exposición Internacional ‘La Caza’ (Museo Nacional de Bellas Artes de Budapest), entre otros.
Su obra en encuentra en diversos museos y colecciones particulares de España y del extranjero, entre los que destacan el Museo del Vaticano en Roma, el Museo Nacional de Arte Contemporáneo Reina Sofía en Madrid, el Museo de Bellas Artes de Salamanca, el Museo de Bellas Artes de Amberes, el Museo Nacional de El Cairo, la catedral de la Almudena en Madrid o el Museo de Escultura al Aire Libre en Alcalá de Henares. Desde hace unos años, una selección de sus obras se expone de forma permanente en la Sala de exposiciones de Santo Domingo, de la capital salmantina.
Venancio Blanco cursó sus primeras letras en las Escuelas Nacionales de Matilla y Robliza de Cojos. Más tarde, después de terminar la Guerra Civil, siguió su formación en la Escuela Elemental de Trabajo y las Artes Aplicadas y Oficios Artístico de Salamanca. También pasó un tiempo en la Escuela de Artes y Oficios de Montagut (Gerona), gracias a una subvención concedida por el Ayuntamiento de Salamanca.
En 1942 logró ingresar en la Escuela de Bellas Artes de San Fernando de Madrid, donde culminó sus estudios cuatro años más tarde. Blanco siempre reconoció que su hermano, también fallecido, jugó un papel crucial: “Yo soñé casi todo lo que él ya sabía ya de quién aprendí lo que hoy sé, y lo que soy como hombre”.
Tras sus primeros contactos con el arte, Venancio Blanco viajó a Italia en tres ocasiones (1941, 1957 y 1959), gracias a premios y subvenciones. Residió cinco años en Roma, al ser nombrado director de la Academia Española de Bellas Artes por el Ministerio de Asuntos Exteriores. Este país fue un punto muy importante en su carrera, ya que le concedió la fama internacional. Tal y como recoge la Fundación que lleva su nombre, Blanco “busca su identidad con un lenguaje propio, renovando la escultura contemporánea e incorporando su personal expresión plástica a través del bronce”.
Su primera obra llamada ‘Retrato del abuelo’ fue esculpida en 1942. Un año después creó en piedra ‘La moza del cántaro y San Francisco’. A partir de aquí talló y sacó a la luz otras obras como ‘Molina Higuera’ (1948), ‘Carmen del Río’ (1948) y ‘Aníbal Álvarez’ (1948).
Será en los años ochenta del siglo pasado cuando moldeó dos de sus obras más significativas como ‘El monumento al Vaquero Charro’ (1986), tomando a su padre como modelo; y la representación del músico salmantino Gerardo Gombáu (1985), encargada por su ciudad natal. Expuestas, tiempo más tarde, en su segunda casa; Italia.
También labró esculturas para las Edades del Hombre; un proyecto cultural emprendido por la Diócesis de Castilla y León, con el patrocinio de entidades bancarias y la Junta de Castilla y León, para reconocer el enorme patrimonio histórico-artístico de esta región. Otro trabajo importante fue el de J.M Escrivá de Balaguer, expuesta en la capilla de la Almudena de Madrid.
En la actualidad, sus obras figuran en diversos museos e instituciones así como en colecciones particulares de España y del extranjero como el Museo del Vaticano, el Museo de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando en Madrid, el Museo Nacional de Arte Contemporáneo Reina Sofía de Madrid, el Museo de Bellas Artes de Salamanca, el Museo de Arte Contemporáneo de Sevilla, el Museo de Bellas Artes de Amberes, el Museo Nacional de El Cairo, el Museo Nacional de Oslo y el Museo Taurino de Córdoba.
También tiene su sitio en la sede de las Edades del Hombre (Valladolid), la Catedral de la Almudena en Madrid, el Consejo Superior de Deportes, el Museo de Escultura Religiosa Venancio Blanco de la Fundación Mapfre en el Plantío (Madrid), el edificio de las Cortes de Castilla y León en Valladolid, la Universidad Católica de Murcia, el Museo Fundación Camilo José Cela en Padrón (Pontevedra), el Museo de Escultura al Aire Libre en Alcalá de Henares (Madrid) y el Museo de Escultura al Aire Libre en Leganés (Madrid). Existen además esculturas y monumentos públicos en Salamanca, Madrid, Sevilla, San Sebastián, Valdepeñas (Ciudad Real), Ponferrada (León) y Navalcarnero (Madrid).
Entre sus obras escultóricas de Salamanca están el Monumento al Vaquero Charro, que se encuentra en la Plaza de España; el monumento a Gerardo Gombáu, ubicado en la Plaza de San Julián; el monumento a San Francisco de Asís y el medallón del Rey Juan Carlos y Doña Sofía, en la Plaza Mayor.
Además de la escultura, Venancio Blanco se atrevió con el dibujo y el grabado. Junto a su trabajo como artista, desarrolló una ininterrumpida labor docente, tanto en la Escuela de Artes Aplicadas y Oficios Artísticos de Madrid como en diversos cursos y seminarios por distintos puntos de España. Entre ellos, destaca el curso de dibujo y escultura en bronce de Priego de Córdoba, que comenzó hace 20 años y que se imparte todos los veranos.
A lo largo de su dilatada carrera, Venancio Blanco logró numerosos premios y reconocimientos. En 1960 logró con su ‘Huida a Egipto’ la segunda medalla de escultura de la Fundación Rodríguez Acosta de Granada, mérito que le permitió acudir a la Feria Internacional de Chicago.
Dos años más tarde, obtuvo la Primera Medalla de la Escultura por su obra Torero (1962). Otro premio destacado fue la Medalla de Oro de la X exposición Las Artes en Europa, celebrada en Bruselas en 1975; punto de inflexión que le traería más retos y mejores resultados.
En 1972 obtuvo el Primer Premio de la Exposición Internacional ‘La caza’, celebrada en el Museo Nacional de Bellas Artes de Budapest, galardón que le permitió estar un tiempo en Hungría y Checoslovaquia.
Venancio Blanco acumuló reconocimientos nacionales e internacionales. Posee la Encomienda al Mérito Civil, a la Cruz del Mérito Militar con distintivo blanco y es Cavalierenell Ordine al Mérito Della República Italiana desde 1986. Además dio nombre a un instituto en Salamanca. Más recientemente, en 2002, se inauguró el Museo de Escultura Religiosa que también lleva su nombre, en la Sede de la Fundación Mapfre Estudios en el Plantío de Majadahonada.
Legado en su fundación
Fue el fundador y primer presidente de la Fundación Venancio Blanco, que tiene como objetivo promover el arte en la sociedad, en particular a través de la escultura y el dibujo. No en vano, acercar el arte a los jóvenes y a los niños figura entre sus principales objetivos.
[box type=»shadow» align=»aligncenter» class=»» width=»620px»]LAS CONDOLENCIAS DEL GOBIERNO
El ministro de Educación, Cultura y Deporte y portavoz del Gobierno, Íñigo Méndez de Vigo, destacó este jueves que Venancio Blanco dedicó su vida a la «búsqueda de la belleza».
Además, trasladó su pesar “a la familia, los amigos y a todo el mundo del arte” por la pérdida del escultor salmantino fallecido este jueves a los 94 años. “Su historia es la de una vida entera dedicada a la búsqueda de la belleza”, declaró Méndez de Vigo en un comunicado.
“Querido en toda España, reconocido también fuera de nuestras fronteras, gran escultor y también gran dibujante, Venancio Blanco nos deja la compañía de dos cosas que no vamos a olvidar nunca: su obra y su ejemplo”, dijo.
“Nos enseñó repensar el concepto de taller como el lugar donde se sueña y se proyectan los sueños artísticos”, añadió el ministro, “a trabajar con ilusión durante toda una carrera profesional, a entender el arte como una búsqueda constante de la belleza a través de todas las múltiples temáticas que enriquecen su obra, o a redescubrir la escultura religiosa en su última etapa artística”.[/box]