El consejero de Sanidad, Antonio María Sáez, y el presidente de la Asociación Española contra el Cáncer, Ignacio Muñoz, han suscrito este lunes un protocolo para mantener su colaboración y fijar el marco de actuación entre ambas entidades en cuatro aspectos diferentes: el programa ‘Primer impacto’, el servicio de apoyo psicológico, el servicio de consejo en alimentación al enfermo oncológico y la actuación del voluntariado.
Así, en primer lugar, se aborda el desarrollo del programa ‘Primer impacto’, cuyo objeto es facilitar de manera inmediata la atención de la información necesaria sobre los recursos existentes y la proporción de atención psicológica y social a los pacientes recién diagnosticados de cáncer y a sus familiares. LA AECC se encarga de facilitar la presencia en el centro hospitalario correspondiente de un profesional –preferentemente un psicólogo- para atender a los pacientes y familiares cuando así lo soliciten, mientras la Gerencia Regional de Salud facilitará a los profesionales sanitarios la información precisa sobre el programa para que el máximo de enfermos oncológicos pueda beneficiarse de él.
Este programa, puesto en marcha en 2013 e implantado en todas las provincias de Castilla y León, ha incrementado sus usuarios desde hasta 2017 en un 32 %, con 5.079 pacientes al año. El número de pacientes beneficiarios de atención psicológica se incrementó en estos dos últimos años en un 25 %, con 2.620 anuales, mientras el número de usuarios de los servicios sociales aumentó en un 127 %, con 998 pacientes al año.
En este mismo sentido se trabaja en los servicios de atención psicológica, que proponen mejorar la calidad de vida del enfermo de cáncer y de sus familiares, reduciendo las alteraciones emocionales, relacionales y sociales que puedan surgir como consecuencia de la enfermedad. Para el desarrollo de estos servicios, la AECC y el hospital acordarán el horario y la ubicación física de los profesionales.
Este protocolo regula también la actuación del voluntariado, cuyas principales funciones son: acompañar al enfermo oncológico y a su familia y ofrecerles apoyo emocional; suplencia del cuidador primario; actividades de animación y entretenimiento; apoyo al personal sanitario mediante tareas complementarias y derivación a profesionales en caso de detectar necesidades que requieran la intervención de personal especializado.