[dropcap]E[/dropcap]ntiendo que es complicado. Que resulta embarazosa esa sensación de desnudez. Se buscan constantemente pero no es fácil conectar. No cualquiera es capaz, no resulta sencillo aguantar el duelo a balcón abierto, invitan a escapar, a evitar las acometidas cuando vienen de frente, solo se sujetan con firmeza cuando delante no se muestra más que el horizonte vacío, ese que está lleno de cosas, de figuras, de retazos, de relieves, de mínimas caricaturas imaginadas e imaginables con luces y sombríos.
Difícilmente franqueables. Son sordos y mudos que no saben más que gritar o escuchar, capaces de hacernos sentir grandes o pequeños, de contagiar congoja y vergüenza y pasión y sonrisa. Pueden lastimar y sanar y matar y la vida dar. A veces sin querer. A veces sin saber. A veces sabiendo que quieren, queriendo que saben. Son la flauta, tú el ratón, son tu perdición. Déjalos.
Son chivatos, son delatores que quieren vivir más allá de la frontera. Lo saben todo de ti y ese todo lo regalarán. Son tu salvación, son espías que no pisan la nieve, que no dejan huella más que en ti, en tu imaginación, en tu falsa memoria. Lo alcanzan todo. Son el color, son el movimiento, casi la luz, ven lo invisible, escuchan el silencio. Son tú.
Ven mucho más allá de lo que puedas creer, solo tienes que querer, déjalos correr. Que se quiten la ropa, que se manchen bien, que te manchen bien. Son las llaves de las puertas más lejanas que puedes pretender.
Te enseñarán todo lo que necesitas en cuanto los liberes, si son secuestrados te hablarán de sus miedos y pecados. A ellos no, ni se te ocurra culparlos. Son siempre inocentes y sensatos, serás tú quien los haga malos. Te llevarán hacia adelante, para ellos es la única dirección relevante, puedes obligarlos cuanto quieras, nunca hacia los lados, nunca hacia atrás. Tú sí. Ellos jamás.
Son como la luna, no tienen luz propia pero vaya si pueden hacer sombra. Detrás de ellos solo tú. Tú siempre a su espalda.
Ahora dime, con esos ojos tuyos. Verás que con los míos te escucho.
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