[dropcap]E[/dropcap]n una ocasión vinieron a visitarme dos hermanas de mediana edad, vestidas muy recatadamente. Al sentarse no hacían más que tirar de las faldas para tapar las rodillas y piernas. Una vez acomodadas y al pedirles que me contaran el origen de su visita la más joven me espetó:
-¡Las vecinas nos llaman putas, y nosotras somos muy honradas! Le he dicho a mi hermana que esto lo debía saber el señor alcalde para que ponga remedio y multe a las que nos calumnian.
Contesté con rapidez:
-¡¿Ustedes putas, cuando me consta que son unas santas?! No se preocupen. Ya pueden ir diciéndoles a las vecinas que como vuelvan a insultarlas se las van ver conmigo y con la Policía Municipal.
Volvió a tomar la palabra la mujer más joven y dirigiéndose a su hermana le dijo:
-¿No te decía que teníamos que venir a ver al alcalde?
Se fueron satisfechas y no volvieron por el Ayuntamiento. Estoy seguro de que informaron de la entrevista a las vecinas y puedo imaginar los comentarios que se suscitaron.
— oOo —