[dropcap]H[/dropcap]oy, Martes Santo, 27 de marzo, ha fallecido Antonio Arribas Moreno, el gran geólogo que fundó hace ahora 50 años, la Sección de Ciencias Geológicas de la Universidad de Salamanca.
Nacido en Madrid, el 13 de septiembre de 1923, estudió Ciencias Naturales en la Complutense, trabajando después intensamente como geólogo en el antiguo Sáhara Español y posteriormente, en la Junta de Energía Nuclear. Su Tesis Doctoral versó sobre los minerales y yacimientos españoles de uranio. En 1963 fue profesor de Yacimientos Minerales en la Universidad Complutense y, dos años después obtuvo, en brillante oposición, la Cátedra de Cristalografía y Mineralogía de la de Valladolid, que trasladó, antes de tomar posesión en ella, a la de Salamanca en octubre de 1965.
Profesor de un gran dinamismo y de enorme prestigio mundial, colocó a Salamanca en la cumbre de los conocimientos sobre yacimientos minerales, dotando a su laboratorio de cuanto hacía falta para la investigación. Numerosos estudiantes españoles y extranjeros realizaron sus Tesis Doctorales dirigidas por él.
Viajó por todo el mundo, compartiendo sus inmensos conocimientos en numerosos yacimientos minerales, donde era siempre acogido como un expertísimo conocedor en la materia. Sus visitas motivaban nuevos estudios con las muestras recogidas.
Figuró en aquel gran equipo rectoral de Felipe Lucena, siendo Decano de la Facultad de Ciencias en la década de los 70.
Jubilado en 1988, sus conocimientos fueron aprovechados en la Escuela de Ingenieros de Minas de Madrid.
En 1965 vinimos juntos a Salamanca, donde compartimos como hermanos inquietudes y sueños para esta acogedora ciudad que, como a todos, nos enhechizó. ¡No saben, los alumnos que cursaron estudios de Geología a partir de 1988, lo que se perdieron al irse este grandísimo profesor! ¡Irregular en sus calendarios, pero merecedor del respeto estudiantil por sus grandes conocimientos y por la forma en que los enseñaba! Ahora le ha llegado el momento de descansar, cosa para él muy difícil de aprender.
¡Descansa, gran profesor, descansa! ¡Que la tierra te sea leve!
Por: Emiliano Jiménez.
5 comentarios en «Antonio Arribas Moreno (1923-2018)»
Sin duda un hombre muy valioso, de los que dejan huella. Lo siento, querido amigo. Un abrazo
Aún recuerdo su dinamismo dando clase. Moviéndose hacia todos lados, tan pronto cogía una roca para explicarnos, que escribía en la pizarra o dónde pudiera, abría armarios y sacaba los minerales, jajaja!!! No había manera de seguirle por él aula . Fue su último curso en Salamanca antes de jubilarse. Vivía con intensidad todo aquello que intentaba trasmitirnos desde su sabiduría y su experiencia. Para mi un gran profesor. D.E.P.
Conocí al Prof. Antonio Arribas cuando realice la oposición a la plaza de Profesor Agregado de la Universidad de Bilbao en el verano de 1971. En la década de los años 70 cuando estuve en Leioa tuve mucho contacto con él. He visto que ha sido un científico muy activo, aún en sus años de jubilado. Ruego transmitáis mi más sincero pésame a su familia y a la Universidad de Salamanca. Cordialmente
Puedo dar fe también de su amplio interés en materias humanísticas. Me ayudó mucho en mi tesis doctoral sobre la historia de la minería en la España de la Edad Moderna. Parte de esta ayuda fue la invitación a incorporarme a un viaje de estudios con sus estudiantes por todas las regiones mineras del sur de España, desde Badajoz a Cartagena en julio de 1978. Junto con Candelas Moro. Inolvidable. Más tarde fue el presidente del tribunal de mi tesis.
Antonio Arribas Moreno es uno de los Profesores de mayor prestigio internacional que he conocido. A donde quiera que llegué en temas de minería su prestigioso nombre era siempre destacado entre las personas más sobresalientes, y especialmente de la de los minerales del Uranio. Disfruté con él de muchos viajes de prácticas con los alumnos de la Escuela de Minas de Madrid. Era con seguridad el más entusiasta de todos los participantes; regalaba sus inmensos conocimientos con una extraordinaria didáctica, transmitía su saber y su hacer. Los alumnos le tenían un gran respeto al que él correspondía con un gran afecto. Tomaba notas de todo, recogía rocas de las que sacaba a flote un gran conocimiento científico. Fue un ejemplo a imitar, y fue un Maestro en la más alta concepción del término.
Su memoria quedará siempre viva a través de sus numerosos estudios y publicaciones que elaboró con pulcritud, sapiencia, bonomía y magisterio.