[dropcap]D[/dropcap]inero fácil para quién apostara porque terminarían por asociarse y compartir un proyecto de vida. Desde aquel párvulo septiembre fueron los primeros de la primera fila. Según pasaban los cursos el esfuerzo de la prisa dejó de ser necesario, los pupitres delanteros tenían sus apellidos.
En tanto sumaban años, restaban riesgos (y aventuras). No sin razón, por supuesto. Aquellas excursiones al campo podían esconder peligrosas orugas. Cierto que nunca fue problema real, quién sabe, quizá no hubo víctimas porque ellos se quedaron en sus casas preparando los exámenes. Tan solo disponían de una década hasta la última evaluación.
Evidente para ellos el quiénes somos, de dónde venimos y hacia dónde vamos. Obvia propiedad en lo alto de la pirámide de las especies vivas. Coherentes con las leyes de la naturaleza y de la evolución. El camino es tan nítido como el de las cebras y las bacterias. Nacer, crecer, reproducirse y morir. Bien visto. Como acostumbran a hacer ambos. Solo debían ocuparse de la reproducción, del resto se encarga el tiempo.
Nunca encontraron motivo alguno que les invitara a introducir una equis que pudiera comprometer la logia. Si A es igual a B, cabrá esperar que B será igual a A, por lo que la suma A+B tendrá como resultado una C prácticamente idéntica, ligeramente evolucionada si quieres, pero perfectamente reconocible. “Sí, quiero” y 9 meses después de aquella tarde de campanas y arroz pudieron encender la lámpara con estrellitas de la habitación contigua. Viento en popa.
Cuentan (con) que el control es todo lo que cuenta, y para ejercerlo con diligencia, lo mejor es estudiar con detalle cada posible reacción post acción. Quien piensa y luego actúa, valora cómo ejecutó lo pensado, a quien invierte el orden, le tocará valorar su representación en una escena no planificada. – Quita, quita -, se reparten. – Ni hablar de dar un paso no coreografiado no sea que vayamos a tener que resolver nuevas incógnitas a nuestras cógnitas vidas -. Nada de vino, para la sed tenemos agua.
Se cuidan de cuidado. De los excesos de la rabia, del amor, de la tristeza y de la alegría ni palabra. Nada de corazón. Descubrieron un cómodo lugar en forma de N entre tales asuntos. En él posan sus culos desde entonces, coNrazón.
Nada de versiones y aversiones animales, ni hablar de los susurros de la pasión, de volar sin motivo notario, ninguna invitación a los porque síes y rechazo total a los acasos. Evitar bailar para que en ningún caso les pueda ser quitado. Argumento defensivo inexpugnable. Quien tenga cerebro, que lo cerebre.
Los Mindel nunca quisieron, ni van a querer ser, la más cómoda compañía que puedas llevarte a un viaje que pretendas divertido. No escucharás chistes ni carcajadas por su parte. Eso sí, puedo asegurarte que no existen mejores vecinos. Nunca les falta sal o aceite, jamás te molestan con música a deshoras y su timbre funcionará siempre que lo pulses.
Es lo suyo, estar seguros.
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