Jesús Málaga, presidente del Centro de Estudios Salmantinos, y La Crónica de Salamanca inician una serie sobre monumentos, rincones, rutas y lugares ‘escondidos’ de nuestra ciudad bajo el título de: Salamanca, de la sombra a la luz
Hay monumentos que se ven y otros que se descubren. Salamanca es una ciudad vieja y muchos de sus edificios modernos se cimentan sobre piedras colocadas hace varios miles de años. Muros que sostienen historias. El fílósofo de origen abulense, George Santayana, dijo: ‘El país que no recuerda su pasado está condenado a repetirlo’. Y qué mejor lugar para recordar los cimientos de Salamanca que la Facultad de Geografía e Historia, edificio que se asienta en las antiguas ruinas del colegio de San Pelayo o de los Verdes.
Cuando se construyó la actual Facultad a finales del siglo XX emergieron restos del foso prerromano y la cimentación de la Cerca Vieja, que vuelve a emerger de manera contundente en la calle de La Palma detrás del Palacio de Congresos, que se pueden ver si se visita las instalaciones académicas, que es lo que queremos poner en valor en esta sección de Salamanca: de la sombra a la luz. La Universidad atesora en sus ocho siglos grandes edificios del pasado y del presente, como esta Facultad.
El Colegio de San Pelayo se fundó en 1556 por el arzobispo e inquisidor Fernando Valdés. El director de la obra fue el, en un principio, Rodrigo Gil de Hontañón. De la primitiva obra han llegado a nosotros la fachada de la calle Cervantes y la esquina de la del Rabanal, la capilla, bodegas y detalles de puertas adinteladas, como la del salón junto al Decanato, arranques de arcos, escudos y fustes de columnas, sin olvidar la chimenea mantenida y estuvo abierto hasta el siglo XVIII.
El testamento del arzobispo Fernando de Valdés, en su capítulo XIII, confirma la existencia de un Colegio en la Universidad de Salamanca destinado a estudiantes pobres del obispado de Oviedo. A fecha de ocho de julio de 1556 y ante Santa Cruz de Carpio, notario de Salamanca, se dota a dicha fundación, para su sustento, con una renta de dos mil ducados, que son setecientos cincuenta mil maravedías. A esa donación hay que sumarle un total de 910.348 maravadís en concepto de juros, censos, propiedad en Villamor, Rágama, Horcajo de las Torres y Sayago.
Con esa disposición quedaba asegurada la pervivencia del Colegio tras la muerte de Valdés, siendo significativo que la dotación que se hace al San Pelayo es considerablemente superior a la de las otras fundaciones del viejo inquisidor: San Gregorio en Oviedo y la Colegiata de Santa María la Mayor de Salas.
Quizá esta dotación se deba a que el Colegio de San Pelayo fue la primera de las fundaciones universitaria de Fernando de Valdés. Javier Cortázar Estívaliz en su libro, ‘Historia y arte del Colegio Menor de San Pelayo de Salamanca’, descubre que entre la documentación depositada en el Archivo de la Universidad de Salamanca, se puede comprobar que el arzobispo e inquisidor Fernando Valdés tenía ya a su cargo gastos de enseñanza, aplicables bien a casas de aposento para estudiantes, bien a aportaciones pecuniarias a los mismos. En cuanto a la localización topográfica de esas casas, Cortázar Estívaliz, las sitúa en la calle Rabanal, lugar que coincide con la linde septentrional que posteriormente ocupara el solar del Colegio de San Pelayo.
El Colegio de San Pelayo fue destruido, como muchos otros edificios de Salamanca, durante la Guerra de la Independencia, quedando algunos restos del claustro y los escudos del fundador.
Cuando se planteó la Facultad de Geografía e Historia, inaugura en 1991, se siguió el plan del viejo Colegio de San Pelayo, por lo que se mantuvo el el patio en el lugar del antiguo, como se ve en el arranque del arco junto a la puerta del salón decanal. Contaba de dos plantas con arcos sobre columnas la baja y, al parecer, adintelada la alta. De este patio proceden los fragmentos de fustes colocados en el patio actual, frente a la cafetería, ostentando escudos de Valdés solamente.
En la fachada y sobre la puerta principal adintelada hay una imagen de San Pelayo labrada por Martín Rodríguez en 1582 y a ambos lados dos escudos del apellido Valdés, también obra suya. El de la esquina de la calle de Rabanal, muestra en sus cuatro cuarteles los apellidos del fundador: Salas, Valdés, Llano y Doñapalla que también vemos en el situado sobre la puerta de acceso al salón del Decanato y en el dintel empotrado junto a la escalera en la planta baja.
La capilla, se conserva bien, salvo la pérdida de enlucido de muros y elementos de bóvedas, sin los que la ambientación pierde. Tuvo retablo en el testero como manifiesta la interrupción de la imposta en el lado de la mesa presidencial de la actual sala de conferencias, en la que don Fernando Valdés preside los actos de nuestra Facultad en retrato precedente del Colegio Mayor Fonseca, allí guardado como otros de fundadores de antiguos Colegios.
Son de gran belleza las bóvedas, de diseño esquemático en sus dos tramos, ajeno a Gil de Hontañón. Las claves tienen escudos con apellidos del fundador, mientras las secundarias se decoran con bustos de los evangelistas y de los padres de la Iglesia Latina, realizados todos por Martín Rodríguez. Tras la marcha de Rodrigo Gil de Hontañón, las obras continuaron bajo la dirección de Juan de Cariaga a quien sucedió Pedro Gamboa tras la muerte de Hontañón.
El edificio donde se asienta la Facultad de Geografía e Historia es obra del arquitecto Don Emilio Sánchez Gil. Tiene 7.000 m2 habitables que se distribuyen en dos módulos: uno de aulas y otro que alberga los seminarios, despachos del profesorado y servicios administrativos. Hay 16 aulas, repartidas en tres pisos,
Documentación:
Casaseca Casaseca, A: Rodrigo Gil de Hontañón (Rascafría 1500-Segovia 1577). Junta de Castilla y León Salamanca.
Biblioteca General de la Usal.
Guía de Arqueología Ciudades Patrimonio.
Javier Cortázar Estívaliz: ‘Historia y arte del Colegio Menor de San Pelayo de Salamanca’