Una mujer singular

El Cuartón, ya restaurado y convertido en posada.

[dropcap]E[/dropcap]n mi etapa de subdelegado del Gobierno en Salamanca presidí el Patronato de doña Inés LunaTerrero. En 2004 solamente este patronato quedaba sin transferir en las nueve provincias de Castilla y León. Había sido creado por decreto de la Jefatura del Estado, siendo Franco el artífice, y esta singularidad lo mantenía ligado al Gobierno de España.

A los pocos días de mi toma de posesión fui invitado por unos amigos a visitar Traguntía. Allí conocí a dos personajes que me impresionaron: Rosi y Carlos. Rosi es una mujer madura, viva, inteligente, trabajadora y capaz. Conoce cada una de las familias del partido de Vitigudino y sabe explicarse como nadie. Cuando quiere una cosa, lucha por conseguirla y se implica con tesón. Carlos es un joven ebanista que optó con su pareja por el mundo rural. Vive en Traguntía donde instaló su taller de trabajo y regenta una casa rural en una antigua casa palaciega del pueblo, casona en la que vivió Santiago Martín “El Viti”. Carlos es un sabio. Oírle hablar es una delicia. Culto, lector empedernido, se ha implicado con el pueblo y con toda su historia, ejemplo de vida para cuantos le conocemos.

Traguntía mantiene en pie una docena de casas, una iglesia en la que cabe todo el pueblo y las paredes de lo que fue un convento seminario de maronitas. En sus inmediaciones se encuentra el Cuartón, finca en la que los padres de doña Inés construyeron una casa palacio. Cuando la visité por primera vez estaba en el suelo. Se habían perdido los jardines, la iglesia, la piscina, los muebles y adornos de la casa. Muchos de ellos habían sido sustraídos para realzar viviendas y chalets de Salamanca y su provincia. Rosi y Carlos se lamentaron del abandono en que el patronato había dejado el rico patrimonio de doña Inés y me pidieron que me interesara por él.

Nos pusimos en contacto con una cadena hotelera con la intención de instalar en el Cuartón un complejo turístico medioambiental de altos vuelos. Encargamos un estudio de viabilidad, pero al iniciar los trámites comenzó la crisis económica y nos decidimos por la rehabilitación de la casa de doña Inés con nuestros propios medios, un proyecto más pequeño del ideado en sus inicios. Restauramos la casa, los jardines, la piscina y la iglesia. Recompusimos el muro y las dependencias anejas y dotamos al complejo de agua, luz y comunicación con la carretera. Habíamos empleado parte del dinero que habíamos obtenido de la venta de dos fincas del Patronato a Ángel Corcóstegui. A partir de entonces este banquero pasó  a ser miembro del patronato a propuesta de la presidencia y con la anuencia de todos sus miembros.

Con la rehabilitación del Cuartón la comarca de Vitigudino se ha dotado de un complejo turístico y hotelero del que carecía. En la entrada de la casa de doña Inés aparece una inscripción de agradecimiento a los vecinos de Traguntía, en clara alusión a Rosi y Carlos, por su empeño en la recuperación de la casa palacio.

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