[dropcap]L[/dropcap]a Nave nace de una amistad y una leyenda. La amistad entre Miguel Ángel Cortés, librero, y Rodrigo Álvarez, joyero. La leyenda es medieval, Estultifera Navis, donde se cogía a los locos, los metía en un navío, se les soltaba formaban una república independiente. La Nave es un especio donde tiene cabida joyas y libros, de segunda mano y antiguos a partir del siglo XVI y están especializados en temas salmantinos
La Nave es un espacio que sirve para que dos amantes de lo bello, el libro antiguo y la joyería de autor, se ganen la vida. Están en la calle Compañía, una de las más bonitas del mundo, y tienen como ‘vecina’ a la Casa de las Conchas. «Nosotros no hemos conseguido que el trabajo siempre nos divierta, porque es duro y complejo, pero es lo más parecido que hemos podido encontrar», bromea Miguel Ángel Cortés.
Cortés y Álvarez están convencidos de que es lo que quieren hacer en la vida, porque es un espacio en el que intentan que las cosas estén en sus manos. Esto entronca con las dos ideas fundadoras del proyecto. «Es un espacio de trabajo. No nos consideramos empresarios, lo que queremos es trabajar conjuntamente, es un proyecto corporativo», puntualizan.
Por curiosidad, La Nave, como navío o como edificio.
La Nave como navío. Tiene que ver con una metáfora medieval Estultifera Navis, pertenece a la mitología medieval, donde se cogía a los locos, los metía en un navío y los soltaban. La idea del loco no es la que tenemos en la época contemporánea, es aquel que andaba un poco en la periferia de lo convencional. Ellos formaban una república independiente. Es uno de los mitos persistentes dentro de la Edad Media. Nosotros digamos que utilizamos ese mito como mito fundacional.
En principio, es crear un proyecto que esté en nuestras manos y al margen de las normas, no porque busquemos ser raros, ni nada parecido, buscamos dotar de aquellas cosas que tienen que estar en nuestras manos.
Esto entronca con la segunda idea fundacional de la Nave. Una idea de artesanía, intentar que todos los procesos que intervienen, tanto comercial, como de difusión, de material o de construcción de esos productos estén en sus manos lo más posible. Pero, «como no somos autosuficientes, nos dotamos no solo de una cooperación entre dos, sino de personas que apoyan el proyecto y permite que esto exista», matizan.
La Nave es un espacio abierto a más artistas. La parte de joyería, principalmente están formadas por las piezas de joyería de Rodrigo Álvarez, que hace en un taller y también en la propia tienda, y hay más artesanos, otros joyeros, escultores, marroquinería, papelería y piezas de joyería más informal.
Las estanterías de los libros tienen un poco de todo, y es en ese poco de todo, donde hacen una labor de criba y de selección de documentos, publicidad, fotografías de época, legajos, pequeñas antigüedades y objetos de coleccionistas, libros de segunda mano. «Tasamos sin compromiso».
¿Buscan los libros?
Más que buscarlos, nos los traen. Hay como dos zonas fáciles de observar. Una zona es libro de segunda mano, intentamos que tenga el mayor nivel posible, muy segmentado en categorías, como Historia, Filosofía y además, en sub categorías. Procurando atraer la atención, inquietudes o intereses que tiene el lector. Es difícil encontrar el lector universal que asociamos a antes de los años 50, que recorría las librerías en busca de esa joya, de estos tenemos pocos. Es más usual, el lector que tiene unas inquietudes concretas, que pueden ser diversas y por eso, se lo facilitamos a través de una segmentación lo mejor hecha posible.
La parte de antiguo podía ir desde principios del siglo XX hacía joyas del siglo XVI, XVII o libros raros que les llegan o buscan. En ambos casos, están abiertos a comprar libros, «pero en la parte de antiguo sí que podemos buscar esos libros en subasta».
¿Es difícil tasarlos?
El libro contemporáneo no. El libro antiguo o raro puede serlo, porque normalmente hay dos factores que intervienen en el proceso de tasación: Uno todos somos tasadores, tú entras en el supermercado y te ponen la barra a 20 céntimos y dices: ‘¿Pero qué me está contando?’. Todos somos tasadores naturales. En el libro ocurre lo mismo, si yo coloco un libro contemporáneo a 100€, me dicen: ‘¡De qué vas!’ (Risas) Tiene que haber un porqué que el cliente puede entender y sobre todo, que el precio no me espante a cincuenta clientes para que acabe vendiéndoselo a uno.
Cortes explica que hay una tasación intuitiva y una referencial. «Podemos comprobarlo a través de plataformas donde te den una referencia de qué precio, más o menos, puede tener un ejemplar similar».
Si a La Nave llega un libro del siglo XVI la tasación intuitiva está muy mermada, puede oscilar entre los 500 a los 20.000€, «es más fácil que sean 500. Si tengo unas tasaciones muy abierta, la intuitiva, no funcional. Voy a la tasación referencial y me fijo en el precio marcado por otros libreros que hayan puesto precio. Se hace más complejo, porque tengo que pensar en piezas parecidas de la misma imprenta, en un estado de conservación parecido. También hay que pensar en encuadernaciones parecidas, en la rareza, en la tendencia que han tenido ciertos libros, temas antiguos. Es decir, si se están vendido más libros de temática de arquitectura o menos, si de repente las ciencias, la medicina, se ponen de moda o está saturado el mercado. Eso es mucho más complejo el antiguo, pero es muy agradable».
Especializados en libro antiguo salmantino
La Nave está especializada en el libro antiguo de temática salmantina. «Tenemos bastantes cosas, unas más conocidas que otras, como el de Dorado Montero, El Compendio Histórico de la Ciudad de Salamanca, de Bernardo Dorado, es la segunda historia de la ciudad. La primera es del siglo XVII, y ésta es del siglo XVIII. La del XIX es la más conocida firmada por Villar y Macías. A este tipo de libro le prestamos mucha atención. También lo hacemos, aunque de este tipo no tenemos tanta demanda, al del píe de imprenta.
¿Qué significa?
La imprenta localizada en la ciudad. Aquellos libros que se han impreso en Salamanca nos interesan bastante, aunque el coleccionista de temas salmantinos no le presta tanto interés, no los valora tanto, frente a coleccionistas de otros lugares que se interesan por el tema que hace referencia a la ciudad, sino también lo que se ha impreso aquí. Nosotros intentamos darle cabida. Tenemos manuales de Gregoriano de finales del siglo XVI, que están impreso por Foquel, una imprenta pequeña de la ciudad.
Háblanos un poco de la encuadernación.
Hasta el siglo XIX el libro se imprime y luego se encuaderna. A veces, las imprentas tenían un taller de encuadernación y ofrecían una encuadernación semejante. En el XIX, la imprenta pasa, en muchos casos, a ser editorial y ya saca el libro impreso y encuadernado. Por eso, los libros anteriores al siglo XIX tienen una encuadernación muy diferente unos de otros y va a depender de si la familia tiene más o menos posibles o si ha habido que reencuadenarlo, porque la primera se perdió.
Cortes nos habla de un libro del siglo XVII, Tesoro antiguos de la Caballería antigua y moderna, explica que es interesante por el estado de conservación, porque está ilustrado con grabados de órdenes de caballería tanto religiosas, como militares y es muy bonito de ver.
La imprenta entregaba el libro cosido y el comprador se buscaba la vida para encuadernarlo. El libro antiguo se revaloriza por el contenido, la conservación y la encuadernación. «Una encuadernación u otra puede hacer que un libro tenga más o menos valor», concluye.
Información:
La Nave: Librería Anticuaria y Joyería de Autor.
Calle Compañía, 14, junto a la Casa de las Conchas.