[dropcap]L[/dropcap]a historia de Inés Luna es de película. En 1901 Juana y Sebastián Velasco, monteros mayores del Cuartón de Tranguntía, fueron desahuciados por haberse retrasado en pagar la renta un solo día. Fue un apercibimiento judicial vergonzoso y abusivo. El padre de la entonces joven Inés se acababa de enterar de que el hijo de los montaraces estaba tonteando con su única hija y quiso cortarlo de raíz. Hasta sus oídos llegaron las noticias de que Inés bebía los vientos por Froilán, con el que se veía a solas. El joven, bien parecido, cantaba mientras hacía las labores del campo, e Inés acudía al reclamo ordenando al resto de los aparceros que se retirasen para poder estar a solas con el mancebo. Los padres de Froilán no hacían más que repetirle que les iba a traer la desgracia andar con la hija de los señores, y así fue.
La medida de Luna enfadó a su hija de tal forma que prometió que si no era con Froilán no se casaría con nadie, promesa que cumplió a pesar de haber tenido un gran número de ricos e influyentes pretendientes. Los monteros expulsados reunieron sus aperos de labranza y pertenencias, animales y muebles. Y montados en carros como en el oeste americano se trasladaron con sus familias a Centenares, finca cercana a Lumbrales. Macu Vicente cuenta los avatares de la familia, su familia, en un magnífico libro que titula Centenares.
Hasta 1812 no se abolió el régimen señorial. El obispado de Ciudad Rodrigo, el duque de Alba y el marqués de Cerralbo se repartían todo el poder en esa zona limítrofe con Portugal. San Felices de los Gallegos se libró del yugo del duque de Alba más tarde, en 1852. Todavía se celebra el “Noveno” para conmemorar este hecho histórico.
El caso de Fuenteliante, a 8 kilómetros de Centenares, es más curioso. Fue el primer municipio comunista de Europa, cuando todavía esta forma de gobierno no había nacido y estaba solamente en el mundo de la entelequia. Veinte vecinos de Fuenteliante formaron en el siglo XVIII una comunidad de bienes, en fincas que en principio pertenecían al obispado de Ciudad Rodrigo, al marqués de Cerralbo y a otros nobles locales. Su comunidad prosperó y suscitó envidia de los terratenientes cercanos que comenzaron a reclamar judicialmente las tierras que consideraban suyas. El contencioso llegó hasta los años de la dictadura franquista. Basilio Martín Patino expuso con claridad la situación de Fuenteliante y la del Cuartón en el catálogo de la exposición “Espejos en la Niebla”.
Doña Inés era descendiente de los Maldonado, propietaria de muchas fincas como el Cuartón, Niebla o Gomeciego. Tenía residencias palaciegas en el Cuartón de Traguntía, Salamanca, Madrid y en la Costa Azul. Luna, su padre, había nacido en Cuba en 1852 y había sido educado en Estados Unidos. Introdujo la electricidad en la ciudad de Salamanca y trajo nuevas formas mecánicas de explotación del campo. Atendía personalmente las fincas propias y las de su mujer. La casa del Cuartón tuvo la primera piscina de la provincia de Salamanca, e Inés mandó construir una capilla maronita donde debía ser enterrada.
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1 comentario en «Inés Luna»
Tenía entendido que el dato de que «su padre había nacido en Cuba en 1852 y había sido educado en Estados Unidos» no está contrastado.