[dropcap]D[/dropcap]oña Inés tuvo una vida muy intensa, fue amante de Miguel Primo de Rivera y en su compañía, en el exilio de París, el dictador pasó sus últimos días. Gustaba de pasear a caballo por sus fincas como Dios la trajo al mundo.
Tuvo muchos pretendientes, pero a todos rechazó. Le gustaba frecuentar los casinos y cuando se quedaba sin blanca venía, vendía una finca y reparaba fondos. No estuvo bien vista por los sublevados del 36 y pagó una fuerte suma de dinero para el glorioso alzamiento nacional al gobernador civil para hacerse personar. Pasó sus últimos días junto a una mujer extranjera que la quiso y la cuidó, “la Miss”, que fue la última moradora del Cuartón de Traguntía.
Hoy día se puede visitar el complejo del Cuartón y rememorar la historia de doña Inés, que murió en Barcelona sin que se le reconociera su testamento.
Las fuerzas vivas de Salamanca forzaron a Franco a constituir un patronato con sus bienes presidido por el gobernador civil de turno, de ahí mi presencia en él al ser nombrado subdelegado del Gobierno en Salamanca.
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