Opinión

Ego te absorbo (A tricky town vol.5)

El Vaticano. FOTO. Pablo de la Peña.

 

[dropcap]L[/dropcap]o reconozco, todo ha sido una trampa. Pretenciosa y tendenciosa. Si has estado por aquí estas últimas cuatro hojas habrás leído hablar de una pequeña ciudad con truco llamada Tricky Town, flamenca como ella sola, si no te ha sonado así, dite ese town tres veces tras el tricky.

Habrás opinado de las vidas de tres parejas y quizá, si lo he hecho bien, la conclusión sacada de cada una de ellas te habrá dejado pereza y ganas a partes desiguales. Si lo he hecho bien, una sobresaldrá con claridad sobre las otras dos. Cuestión relevante, la que más ruido haya generado será la que muestre un mayor parecido razonable contigo. También te diría que la que con más obviedad se te haya presentado, es la que necesita más atención por tu parte. Así podrás descubrir, quizá, si requiere potencia o freno.

Opinión, solo opinión. Creo que básicamente somos cabeza, corazón y ganas (eufemismo para describir la parte más animal, más visceral, más sexual, interprétese con libertad). Es esta una de las miles de millones de artimañas desde la que nos podemos interpretar. No es más que una forma de decir que cada uno es cada cual y fíjese usted cuantos unos contiene 7.000.000.000 de individuos que poblamos el planeta azul.

Pienso, que es muy Mindel, que es fundamental mirarlo todo a través de las ventanas o desde los balcones de los Hart. Gente de buen corazón bueno. Solo así se podrá ser un Essex de bien sin carnet del club de los crápulas.

Escucho con agotadora frecuencia la justificación “qué difícil” cuando propongo mover el culo (y la correspondiente cabeza a él vinculada) para algo tan ridículamente complejo como estar bien, hacer bien, sentir(se) bien y sobre todo dormir solo. No me refiero a que no haya nadie en el otro lado de la cama sino al dulce sabor a buen hedonismo bueno que moja los labios de quien no cierra los ojos con fuerza porque le basta con observarse los párpados por dentro, bosteza y se apaga.

Quien duerme sin prisas, quien no se pregunta si las horas de inconsciencia son para recuperar de las conscientes anteriores o para preparar las venideras. Quien simplemente duerme, a solas o en compañía.

Ha de ser agotador tratar de ser flexible como el mármol. También lo parece intentar inventar y  manipular esas suertes de órtesis para humanizar algo tan natural como el componente de animal básico con que todos venimos de la fábrica de París. Porque eres un animal, lo sabes, ¿verdad?

Por eso propongo que en el centro de toda festividad (o lo contrario) que vaya a tener lugar, se cuente en primer lugar con la opinión de los Hart, del buen corazón. Que con las directivas de estos, sean los Mindel quienes se encarguen de todos y cada uno de los aspectos de los que haya que ocuparse. Solo así, los díscolos Essex podrán llegar seguros sanos y salvos a casa después del baile.

Solo así podrán observarse los párpados sin espejo justo antes de dormir.

Moveyourself.    

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