[dropcap]L[/dropcap]levo saliendo ocho años con mi novia, Andrea. Al principio, sus padres tenían mucho miedo y venían de carabina pero ahora hacemos muchas cosas los dos solos». Son palabras de Santi, de 27 años, que como cualquier joven de su edad desea tener pareja, sentirse querido, expresar sus sentimientos y experimentar con la sexualidad. La única particularidad de Santi es que es una persona con discapacidad intelectual que, gracias a las charlas, los cursos y los talleres de las asociaciones integradas en Plena Inclusión Castilla y León, ha conocido los derechos y los deberes con respecto a la sexualidad.
R. Travesí/ ICAL. El objetivo de estas acciones es normalizar la vida de las personas con discapacidad intelectual y, en ese sentido, la sexualidad es un aspecto más para lograr esa inclusión total en la sociedad. De ahí, la celebración este martes en Valladolid del encuentro regional sobre sexualidad, que reunió a un centenar de personas con discapacidad intelectual. Y es que, tal y como relató Manuel Carmona, natural de Miranda de Ebro (Burgos) y con 54 años, la sexualidad ha sido, hasta hace muy poco, un tema tabú, tanto en la familia como en la escuela. «Si preguntabas sobre el sexo no te contestaba nadie», precisó. En cambio, ahora, aseguró que se puede hablar «tranquilamente» de la sexualidad, lo que ayuda a normalizar al colectivo.
Las personas que se reunieron en la Facultad de Educación y Trabajo Social de la Universidad de Valladolid (UVa) dijeron «estar cansados de que no les tengan en cuentan» o que sus padres y hermanos piensen que son niños, que no tienen sexualidad, que es algo que no les interesa y que no saben querer. «Nos protegen tanto que no dejan que nos amemos y evitan hablar de sexualidad porque piensan que nos pervierten y nos incitan a tener relaciones», sentenciaron.
En la actualidad, Manuel está soltero aunque ha tenido parejas pero reconoció la dificultad para mantener la estabilidad «día a día». Le gustaría tener una «compañera de viaje» pero hasta que llegue esa persona se da placer a sí mismo. Y es que los técnicos de Plena Inclusión apuntaron que la gratificación sexual se logra tanto en relación con otra persona como en acto individual, a través de la masturbación. A su juicio, lo más importante en una relación es la confianza entre uno y otro.
En el mismo sentido se pronunció Esther, de 31 años y con novio desde hace un año. «Es más joven que yo y está buenísimo», dijo durante la presentación. Esta mirandesa también reconoció que «lo más difícil es tener confianza» ya que apuntó que valora mucho que su pareja abra su corazón, hable de sus sentimientos y cuente sus experiencias.
Carmelo Fuente, de Villarcayo (Burgos), apuntó que las personas con discapacidad quieren tratar la sexualidad con normalidad. «Necesitamos la sexualidad, tengamos o no pareja», subrayó a la Agencia Ical. Aunque para ello, explicó que son necesarios los apoyos y las explicaciones de una psicóloga en un grupo de Ciudadanía activa. No en vano, consideró que esos consejos son fundamentales para no hacer daño a la pareja y tratar a esa persona como una amiga, a la que hay que dar cariño y amistad. «Valoro mucho la lealtad y la sinceridad», concluyó.
En conjunto, todas ellas valoraron las sonrisas, las miradas de complicidad, los besos, las caricias y los abrazos además de pasear agarrados de la mano y ser escuchados. La jornada también abordó el respeto al recordar a los asistentes que «ambos tenemos que querer», sin utilizar la fuerza y la coacción y que el «contacto físico y el sexto debe ser divertido para ambos». Y es que el lema con el que concluyó la presentación fue: ‘El sexo, solo o en compañía, pero siempre, siempre, con armonía’.
Evitar abusos
El presidente de Plena Inclusión Castilla y León, Juan Pérez, valoró este tipo de encuentros porque facilita información a las personas con discapacidad intelectual en un tema tan importante como la sexualidad. «Hablar de estos asuntos les hace menos vulnerables a la hora de sufrir abusos», manifestó.
Durante la jornada, se proyectó el documental ‘Y yo, ¿por qué no?’, del director Paco Gilbert. Explicó que la idea de embarcarse en este proyecto fue que es padre de una persona con discapacidad y que llegó un momento en que detectó inquietudes en su hija al entrar en la pubertad. «Son personas y tienen sentimientos y deseos, como los demás», declaró.
Además, consideró que este tipo de trabajos ayuda al colectivo a discernir y diferenciar las intenciones de una persona que se acerca a ellos. No en vano, recordó que los estudios señalan que el 90 por ciento de los abusos sexuales se da a personas con discapacidad, de los que la mayor parte no trascienden, precisamente, por que desconocen que han sido forzados.