[dropcap]Q[/dropcap]uizá era el barrio más bonito de Salamanca, pero los franceses lo arrasaron y la explosión del polvorín, lo remató. Jesús Málaga habla del barrio antiguo. Ese barrio que durante 200 años fue un lugar de prostitución, venta de droga, mendicidad, excluidos sociales,…
Jesús Málaga llegó a la alcaldía en la primavera de 1979 y se propuso recuperar el barrio antiguo, porque estaba marginado. «Ahora, parece imposible, pero en aquella época, quedábamos en el Toscano, porque pocas personas se atrevían a deambular por el barrio antiguo pasadas las seis de la tarde», explica durante la charla que ha ofrecido en la Casa del Pueblo, la sede del PSOE.
Define a los socialistas como utópicos y con «más moral que el alcoyano. En aquella época ideamos lo que queríamos para Salamanca, que fuera verde, con museos, bibliotecas,… Y lo conseguimos».
Convencieron, «no sé aún cómo», a Diputación, Diócesis, Ministerio y el propio Ayuntamiento para que compraran y restauraran casa y monumentos del barrio antiguo que fueran de su competencia. Lanzaron una campaña que se llamaba ‘Salvar un monumento cada año’. «Cada institución rehabilitó su parte. En ocho años llegaron a Salamanca 40.000 millones de pesetas (240M€) cuando el presupuesto municipal era de 1.000 millones de pesetas (6M€)», apunta.
Durante esos años, compraron o repararon el Huerto de Calisto y Melibea, la Torre del Clavero, San Polo, el Barrio de los Pescadores, la Cueva de Salamanca,… Y el barrio antiguo, ese lugar de perdición.
Málaga asegura que era la gran cicatriz de la ciudad. «La Vaguada de la Palma quedó destruida por la explosión del polvorín y la Guerra de la Independencia. Detrás de los soldados venían las prostitutas y allí se quedaron», matiza.
Para convertirlo en lo que ahora vemos, primero se hizo una carretera que unía el puente con la zona centro. Andando no pasaba nadie, pero en coche sí, «porque no había que poner los pies en el suelo», bromea Málaga. La segunda actuación fue construir el instituto de La Vaguada, que estaba contemplado en el plan de urbanismo y «a los jóvenes no les importaba».
La tercera actuación fue edificar allí un conservatorio profesional y la obra cumbre: «el Palacio de Congresos y Exposiciones. Las obras civiles estaban hechas y comenzó a construir la iniciativa privada».
Además, para colonizar el barrio, se hicieron varios bloques de vivienda de protección oficial, en el barrio de San Vicente y en el Catedralicio. «Dimos dinero para restaurar las casas del barrio antiguo y se arreglaron. Recuperamos la Casa Lis porque hicimos allí la Casa de la Cultura y se llenó de jóvenes la zona antigua».
Se hizo mucho en los años de Málaga como alcalde, pero todavía quedan 120 monumentos que necesitan una revisión. Solo en el barrio catedralicio se podía recuperar el Crucero de San Cebrián y colocarlo en su lugar, por encima de la Cueva de Salamanca; el solar de las Cruzadas, dejando una pared para la calle del Arcediano, ya que es literaria al aparecer en la obra La Celestina, la Casa de las Cabezas y una casa particular ubicada en la plaza de Juan XXIII.
En los doce años que estuvo de alcalde, los socialistas asfaltaron 600 calles y arreglaron el resto. «Había falta de todo», concluye.