Las vacaciones de verano han coincidido con el precio de los carburantes más altos en los últimos cuatro años.
En Salamanca el precio más bajo del gasóleo se sitúa en 1,109 euros el litro, 6,7 céntimos más que el año pasado por estas fechas.
El coste puede aumentar en función de la estación de servicio. Si al usuario no le queda más remedio y reposta en la gasolinera más cara de la provincia (la de Arapiles) pagará 16 céntimos más por el litro de gasóleo respecto al precio más bajo.
La gasolina 95, por su parte, tiene un precio mínimo de 1,199 euros el litro, casi un céntimo menos que el año pasado al inicio de la operación salida de verano. Sin embargo, existen grandes diferencias entre la gasolinera más barata y la más cara de la provincia (vuelve a ser la de Arapiles) donde el precio del litro está en 1,369 euros.
Entre el precio del gasóleo y gasolina de 95 octanos más barato y los más caros hay una diferencia entorno al 16%.
El aumento de los precios del gasóleo podría dar un salto considerable si se equipara su fiscalidad con la de la gasolina, lo que supondría un aumento del precio del diésel de unos 9,5 céntimos por litro (aunque no afectaría al gasóleo bonificado a profesionales como transportistas y agricultores), para penalizar el uso de los motores diesel, que se han demostrado más contaminantes que los de gasolina.
Esta medida proporcionaría una recaudación adicional de 2.140 millones de euros si se pasase de una vez los 30,70 céntimos por litro actual de impuesto del gasóleo de automoción a los 40,25 céntimos por litro con los que se grava la gasolina, pero aplicada de forma escalonada permite obtener al año una cifra aproximada de 600 millones de euros.