[dropcap]A[/dropcap]l llegar a la alcaldía descubrimos que el Parador de Turismo construido en el Teso de la Feria, terreno de propiedad municipal, no tenía licencia de construcción y, lo que era más grave, el Ayuntamiento no había cedido los terrenos a la empresa pública. Enterado el gobierno de UCD de la anomalía, enviaron a Pilar Fernández Labrador a negociar la aprobación de la correspondiente donación de terrenos y la agilización de los trámites de construcción.
En 1979 las obras del parador estaban prácticamente terminadas y ya se habían gastado en las mismas más de 500 millones de pesetas. Las noticias vuelan, y enterados los hoteleros salmantinos de las irregularidades en su construcción, vinieron a verme. La comisión me planteó demoler el edificio. En aquellos años la opinión pública salmantina estaba dividida entre los que consideraban un insulto realizar un parador cuyo proyecto había sido encargado para edificarse en el Mediterráneo, y los que consideraban que era mejor pájaro en mano que ciento volando. Unos y otro bando estaban igualados y las razones de ambos eran convincentes.
Preocupado con la decisión, en uno de los paseos por la ciudad, me acerqué con mi padre hasta el Teso de la Feria. Le planteé a mi progenitor la preocupación que me embargaba con el parador y mis dudas si apostar por tirarlo o por abrirlo. Mi padre me hizo una pregunta:
-¿Cuánto llevan gastado en el edificio?
Al decirle la cantidad me contestó sin vacilar.
– Hay que abrirlo, España es un país pobre y no se puede permitir tirar el dinero que tanto cuesta ganarlo. Es verdad que es feo, pero que lo hubieran pensado antes.
El razonamiento de mi padre me convenció. Negociamos con Paradores una serie de ventajas para la ciudad para los próximos cincuenta años a cambio de los terrenos y del permiso de construcción, cláusulas que desconozco si se han cumplido.
Lo que sí puedo asegurar es que el lugar elegido fue el idóneo, que las vistas de Salamanca desde el Teso de la Feria son espectaculares y que la presencia del Parador sirvió para rehabilitar el Arrabal del Puente. Hoy, acostumbrado a él ya no me parece tan feo, aunque cuando viene alguien de fuera y divisa la margen izquierda desde la Peña Celestina siempre me preguntan por ese edificio que desentona en aquel alto. Los alrededores se ajardinaron y se construyeron dos colegios junto al parador, el Virgen de la Vega y las unidades para niños sordos.
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1 comentario en «La polémica del parador de turismo»
Me quedo con esta sabia frase muy apropiada para los tiempos que corren sin haber perdido un ápice de realidad, «España es un país pobre y no se puede permitir tirar el dinero que tanto cuesta ganarlo».