[dropcap]E[/dropcap]l profesor Rafael Lainez Alcalá explicaba a sus alumnos el arte paseando por Salamanca. En uno de esos paseos visitaron el huerto de Calisto y Melibea, donde les enseñó el árbol del amor, les hizo agarrarse de la mano haciendo un corro y cantar canciones amorosas.
Esta anécdota la cuenta Jesús Málaga en su libro ‘Desde el balcón de la Plaza: memorias de un alcalde’.
La historia continúa, porque Málaga explica en su libro que una de las alumnas era María José, su esposa, que por aquel entonces era su novia, y que le contó lo vivido en clase.
Cuando llegó a la alcaldía se propuso recuperar el jardín y para ello buscó a su dueño, que vivía habitualmente en Valladolid. Málaga le planteó el interés del Ayuntamiento por la adquisición del jardín y la casa.
La primera reacción del dueño fue la de negarse a la venta. «Me llegó a decir que en aquella casa pasaba los veranos con su mujer e hijos y que desprenderse de la propiedad no iba ser comprendido por su familia», explica Málaga.
El ex alcalde presionó al dueño diciendo que la ciudad no podía prescindir de uno de los lugares literarios por excelencia de España. Cedió y vendió el jardín de Calisto y Melibea. Se trata del espacio que ocupó el palacio del Arcediano, del que solamente se conservan el pozo, el aljibe y la portada de entrada blasonada. En el huerto había olivos, manzanos, membrilleros, ciruelos y cuantos árboles frutales se crían por estos lares. Encargándose la recuperación como huerto y no como jardín, en el que hubiera manzanilla, alcachofas o parras y, por supuesto, flores.
También se rehabilitó la casa que era conocida como la de la Calera, porque allí se guardaba cal que se utilizó para la construcción de la Catedral Nueva.
La tradición cuenta que la Celestina visitaba la casa de Melibea a través de la calle del Arcediano, y que Calisto cayó desde lo alto de la muralla del jardín. La altura desde el huerto es impresionante, a pesar de que en ese lugar había casas adosadas hasta hace poco tiempo.
El Huerto de Calisto y Melibea ocupa una extensión de 2.000 metros cuadrados entre la calle del Arcediano y la muralla romana. Fue adquirido en enero de 1981 por 19 millones de pesetas (114.192€).
El proyecto de recuperación fue realizado por un equipo especializado llamado ‘Taller de Paisaje’, que dotó al jardín, a la vez de un aire romántico y medieval.