[dropcap]E[/dropcap]n 1963, en plena celebración del Concilio Vaticano II, ingresé en la Universidad de Salamanca. A la Facultad de Medicina llegamos un buen número de alumnos de los maristas: Jorge Tizón, Paco Rubio, Pablo de Unamuno, Rafael Mateos Dorado “Pichu”, entre otros.
En el colegio, algunos de nosotros pertenecíamos a la Acción Católica. Al llegar a la universidad conectamos con la JEC, Juventud de Estudiantes Católicos, que mantenía una fuerte implantación en cada una de las cuatro facultades salmantinas.
Pero quien hizo el milagro de aglutinar a más de un centenar de universitarios en torno a la JEC, fue un profesor de la Facultad de Medicina que hizo mella en todos nosotros, Enrique Freijo Balsebre, vasco, nacido en Bilbao, que sabía entender a los chavales universitarios y que nos enseñó a pensar y a comprometernos con el mundo que nos había tocado vivir.
España pasaba por una larga dictadura que era apoyada por la inmensa mayoría de la población salmantina. La única excepción se encontraba en la Universidad. En el Estudio salmantino se producían, un día sí y otro también, huelgas, manifestaciones, encierros, asambleas, escritos de protestas y panfletos clandestinos, muchos panfletos que criticaban duramente el régimen político de Franco.
La contestación universitaria estaba vigilada de cerca por la policía. El control del movimiento estudiantil se realizaba a través de agentes secretos, jóvenes infiltrados matriculados como estudiantes como si fueran uno más de nosotros. Pasaban información de los acuerdos de las asambleas y de los alumnos que intervenían en cada una de ellas. Tenían fichados a los estudiantes más activos.
El Partido Comunista de España, los trotskistas, los anarquistas y un gran número de colectivos de izquierdas rivalizaban con otros de la ultraderecha, defensores del régimen de Franco. También se movía en Salamanca un grupo de falangistas auténticos, desengañados de la Falange que pactó con Franco. Cada mañana aparecían por los pasillos octavillas explicando al alumnado la motivación de cada uno de los partidos que pululaban por las aulas.
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