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Opinión

Das bist du

 

[dropcap]N[/dropcap]o se interprete como una generalización nacionalista por favor, todo lo que tengo que decir de la carita que mira hacia América desde la piel de toro es bueno o mejor. Es por causalidad que el speech fue pronunciado por un nato luso. Buscaba la motivación del grupo, creo que no lo logró pero no por la calidad del discurso, venía de antes. Cuando se instala la sospecha cuesta sacarla incluso con agua caliente y salfumán.

 

Trabajo es trabajo y coñac es coñac” resumió. Así a bote pronto, a ver quién le duda la razón. Fue la manera de cristalizar la derivada de que fuera del trabajo somos y hacemos lo que hacen las personas, y nos podemos contar chistes y chismes, pero en el trabajo hay que respetar y responder de una forma seria, disciplinada, profesional. Como si la gracia no necesitara seriedad, disciplina y profesionalidad. Trabajo es trabajo y coñac es coñac, cierto, y tú eres tú. Todo el tiempo, cuando haces y cuando duermes. Cada día.

Podemos utilizar ciertos disfraces, intensificar ciertas actitudes, algunas formas, las hojas, pero raíz, tronco y rama se ven prácticamente inalterables llegado un punto de madurez. Le pasa al girasol, cuando pisa la línea de meta de la juventud, deja de girar el cuello hasta que le quitan las pipas.

Al buen portugués se le pasó ese matiz, somos lo que somos todo el tiempo, cuando hacemos y cuando dormimos. Cada día.

Tiempo después pude “trabajar” con un alguien (tengo su licencia para contarlo) que en un momento concreto andaba desajustado con el tiempo que dedicaba a la profesión y con el que invertía en la ingesta del coñac, entiéndase, metáfora estílica, no etílica. No me pareció buena idea compartir a bote pronto con él un diagnóstico tan blanco y diáfano como el que me sugería su voz al escucharle decir que todo era un coñazo. Ahora estamos convencidos de que era el adecuado, – muchacho, ni tu trabajo, ni tu casa, el coñazo eres tú -.

Todo aquello sucedió a comienzos de siglo, las hojas eran otras pero la raíz, el tronco y las ramas que sujetaban aquellas y estas, palabra, vienen a ser las mismas. Las de ahora son más prácticas, se preocupan de cosas más sencillas, de ser en lugar de llegar a ser presentándose con oxigenadas respuestas del tipo ¿hay algo mejor que convertirse en guiri? Sí, vale, serlo, casi tropiezo en mis propias palabras.

Ser guiri. No en el sentido de extranjería, no como partidario de la reina durante las guerras carlistas, no según la etimología de origen vasco por cierto, guiri, guiristino, cristino, María Cristina de Borbón. No.

En el sentido del calcetín y la chancleta. En el de lucir las quemaduras propias del sol, las carnes colganderas, la ausencia de las mismas y el blanco nuclear. Los malos pelos y sobre todas las cosas, el entendimiento del reloj como simple elemento ornamental.

Apuesto a que al fin y al cabo, algo así eres tú.

Moveyourself.    

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