Opinión

Convivium de filósofos (I)

[dropcap]H[/dropcap]ace unos meses publiqué el libro El último siglo económico. El capitalismo, gato de siete vidas, que tuve ocasión de presentar en la Academia de Buenas Letras de Sevilla, actuando de mentor mío el Prof. Juan Arana, filósofo y académico. Luego hice lo propio en Madrid, en el Ateneo, donde los presentadores fueron José Luis de Guindos, todavía Ministro de Economía y ya por entonces camino de Fráncfort para ser vicepresidente del BCE; Ignacio Para, Presidente de la Fundación Bamberg; y Javier Gomá, Director de la Fundación Juan March. Y por último, insistí con la presentación del mismo libro en Barcelona, en el Círculo de Economía, con dos introductores de primera línea catalana: Joaquín Gay de Montellá, Presidente de Foment, y Norbert Bilbeny, Catedrático de Filosofía en la Universidad de Barcelona.

Un poco en agradecimiento a esos cinco próceres, que me ayudaron en tres eventos, y también en la idea de reunir a tales protagonistas, tuve ocasión de convocar un “Almuerzo de Filósofos”, en Madrid, para preguntarnos qué es hoy la filosofía. De modo que lo que resta de este artículo, en dos entregas sucesivas, es la referencia casi completa de lo que hablamos en ese convivium.

En el encuentro, ejercí yo mismo de anfitrión, el último lunes de junio, día 25, en las Terrazas de Fleming, un espacio de plantas y flores en medio del Madrid de Chamartín, con calles arboladas que llegan a los pisos 9 y 10. La sesión consistió en un almuerzo de ocio y pensamiento, con intervenciones previamente inducidas por un servidor para hacer el foro así abierto más coherente. Al que paso a paso, acompañó un coloquio desenfadado en el que intervinieron los catorce comensales. Desde filosofía política hasta transhumanismo, desfilaron los desafíos más actuales del conocimiento interdisciplinario de nuestro tiempo.

Del encuentro, preparó un acta el joven filósofo Rodrigo Carlón Tamames, recién egresado de la Universidad de Londres, texto que sirvió de base, con otras aportaciones, para este artículo, que se dedica a todos los participantes en el encuentro, más los invitados que, sintiéndolo mucho, no pudieron venir: Darío Villanueva, Mario Vargas Llosa e Isabel Preysler, José Lladó y Pilar Arburúa, Juan Lladó y Paloma García Lomas, José Luis de Guindos, y Pedro García Cuartango.

En lo que sigue, se hace un resumen de cada intervención, empezando por Norbert Bilbeny, quien contestó, al principio de todo, a la pregunta de ¿para qué sirve la Filosofía?, con palabras muy meditadas:

La filosofía sirve para ayudar a los individuos y a la sociedad a pensar, y a hacerlo con rigor y sentido crítico sobre los asuntos que nos conciernen y a los que no da ni puede dar plena respuesta la ciencia hoy día. Sirve en segundo lugar para vivir del mejor modo posible, pensando en aspectos fundamentales como son: Conocimiento, Sensibilidad, Libertad, y Justicia. En tercer lugar, sirve también para la felicidad individual y colectiva: filosofando uno se siente mejor.

Por otra parte, la filosofía -prosiguió el Prof. Bilbeny- es, ha sido y presumiblemente seguirá siendo minoritaria, pues requiere la vocación, el talento y la dedicación al pensar especulativo, sin inmediatos efectos prácticos. Sin embargo, tanto el individuo y la sociedad se deberían beneficiar de las consecuencias de la filosofía que se pueden derivar de su praxis.

En el presente, la filosofía tiene una considerable presencia en la universidad, menos en la enseñanza anterior -ahí está retrocediendo- y casi nula en la sociedad, que identifica todo lo más la filosofía con un fármaco para la felicidad o la salvación (la creciente literatura de filosofía popular o de autoayuda).

En este mundo cada vez más diverso y cambiante, de desafío por la ciencia y la diversidad de culturas, prosiguió Norbett, el ‘para qué’ hay que pensarlo y muy mucho, de manera rigurosa pero también crítica, y esta es una de las distinciones de la filosofía.

El pensamiento crítico, terminó el Prof. Bilbeny, incorpora imaginación, creatividad, anticipación de las cosas, y eso es cada vez más necesario en un mundo en que la ciencia y la tecnología nos presentan desafíos como jamás hubiéramos imaginado. La filosofía sirve para vivir, y más que como el profesor con su docencia, sirve para entender la vida: el pensamiento más allá de la indispensable y posterior crítica.

Por su parte, Javier Gomá, autor de libros muy leídos sobre Filosofía, dijo que prefiere no hablar de la inmortalidad, y sí de mortalidad prorrogada, que es el argumento en su tetralogía sobre si existe o no una subjetividad más allá de la muerte, algo que se ha negado insistentemente después de Inmanuel Kant.

El argumento es más sencillo de lo que parecería: la muerte es una invención moderna, del siglo XIX, cuando nace la subjetividad como totalidad, así como emanación del status de los derechos humanos.

¿Existe continuidad del humano más allá de la muerte? Gomá dice que no, desde el punto de vista lógico o racional, retórico-racionable. Pero hay una hipótesis que cabe llamar mortalidad prorrogada, que él expuso en su libro sobre Aprender a ser mortal, en donde destaca que lo más distintivo del humano es su segura mortalidad. Pero hay que diferenciar entre muerte y mortalidad, porque la muerte es muy vulgar y le puede ocurrir a un mosquito. Pero con la conciencia de que somos mortales, porque en nosotros se instala la ternura, la filosofía, el derecho. ¿Cómo podemos en el siglo XXI tener una continuidad del humano más allá de la muerte? Esto puede ocurrir solo como transfiguración de la conciencia en mortalidad prorrogada. No es un juego de palabras. ¿Puede tener esa posibilidad una preparación constante?

Dejaremos el resto del artículo de hoy para seguir con él la próxima semana.

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